Trabajar cansa

¿Harán camisetas de la 'Lost Generation'?

"El desempleo juvenil, en casos extremos como el de España, incrementa el fantasma de una generación perdida." -Informe de Perspectiva del FMI sobre Europa-

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Aunque la juventud es un concepto elástico, yo creo que por edad me quedo ya fuera de los jóvenes a los que el FMI se refiere en su último informe. Una pena, porque ya me gustaría poder decir que pertenezco a la ‘generación perdida’. O mejor en inglés: ‘Lost generation’.

‘Generación perdida’ suena mucho mejor que ‘ni-ni’ o mileurista. Dónde va a parar. Ya verán lo poco que tardan en hacer camisetas y tazas, pues da juego como marca para vendernos unas señas de identidad generacionales que nos consuelen de tanto fracaso, y de paso nos saquen unos euros.

El mismo día que el FMI etiquetaba, Woody Allen hablaba en entrevistas de otra ‘Lost Generation’: la que aparece en su última película, formada por artistas y escritores a los que pilló jóvenes la I Guerra Mundial en el París bohemio. La coincidencia me hizo ver demasiado glamuroso el término usado por el FMI y reproducido por los medios.

Porque aunque quede bien en una camiseta, no tiene nada de glamuroso: paro, precariedad, salarios de subsistencia, falta de futuro y el dudoso honor de ser la primera generación que viva peor que sus padres desde la posguerra.

Una generación criada en la prosperidad, en las vacas gordas, en la promesa de que duraría para siempre. Unos dejaron los estudios porque era fácil encontrar trabajo, y hoy se ven sin nada. Otros siguieron estudiando porque les juraron que la formación era una garantía, y hoy esconden sus títulos para conseguir trabajos sin cualificación. Criados en la abundancia, tal vez por eso no desarrollaron defensas y hoy apenas reaccionan.

En cada guerra se sacrifica una generación. En la actual guerra económica también será devorada una generación que ni siquiera puede pensar que su sacrificio servirá al menos para que se salven los que vengan detrás. Ya me dirán el futuro que espera a los hijos de esta generación perdida, que ni siquiera tendrán ya colchón familiar después de que sus padres se echen a perder.

Antes de perderse del todo, muchos saldrán esta tarde a la calle, al grito de "¡Democracia real ya!". Y sin camisetas glamurosas.

 

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