Al sur a la izquierda

Tus setas envenenan mis sueños

Sevilla le ha puesto la cruz a las Setas. ¿Sevilla? ¿Y quién es Sevilla? Sevilla es quienes hoy hablan en su nombre, que son los mismos que llevan toda la vida hablando en su nombre. Decidieron que las bautizadas como Setas de la Encarnación, inauguradas ayer, eran setas venenosas y de ahí no hay quien los baje. Setas venenosas políticamente, económicamente, urbanísticamente, ¡estéticamente! ¿Una estructura de vanguardia en la Encarnación? ¿En Sevilla? ¿En mi Sevilla? ¿Que el Metropolitan de Nueva York ha seleccionado las Setas entre las 35 expresiones de la arquitectura del siglo XXI? ¿Y qué, pisha, y qué? ¿Alguno del MOMA ese ha nacido en Triana ni ná? ¿Alguno sabe distinguir el Gran Poder del Cachorro? ¿El palio de la Angustia del de la Amargura? ¿Lo sabe, eh, lo sabe? ¡Qué va a saber ni va a saber, cohone!

Sevilla compra periódicos de derechas, pero vota partidos de izquierda. Si fuese al revés, no tendríamos esta polémica, entre interesada y casposa. En realidad es la misma polémica que arrastramos desde hace decenios y que sigue protagonizada por los de siempre, aunque algunos de ellos ni siquiera sepan que lo son. Son los que crucificaron la Expo; los que se burlaron del AVE; los que ridiculizaron el carril bici; los que demonizaron la peatonalización de Tetuán, de Constitución, de Asunción; los que... guardan silencio cuando, tiempo después, todas esas cosas son un éxito. Entonces se quedan más callados que en la Madrugá viendo al Gran Poder entrando en la Campana. Cuando las Setas Venenosas de la Encarnación acaben siendo un éxito rotundo volverán a guardar silencio. ¡Por Dios, que llegue ese éxito cuanto antes!

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