Al sur a la izquierda

Sermón electoral para indecisos

Amadísimos hermanos: el tópico dice que esta medianoche comienza la gran fiesta de la política con el inicio de la campaña electoral. Malos tiempos para airear tópicos amables sobre la política, en cuyo descrédito están muy interesados quienes se sienten cómodos con la vieja versión de ella como un juego marcado por la ferocidad y el cinismo, y protagonizado por expertos jugadores sobre un tablero cuyo acceso le está vedado a la mayoría de los mortales.
Pero incluso esa antigua versión está desfasada. Hoy muchos hermanos intuyen que el verdadero juego se disputa en un tablero distinto del convencional, un tablero "cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra", como dijo Borges a propósito de otra cosa. E intuyen que los políticos son unos tipos que en el mejor de los casos acaban inspirando una cierta ternura al verlos afanarse penosamente en demostrar al mundo que mandan más de lo que realmente mandan y que sus poderes llegan más allá de donde realmente llegan.

Desengáñense aquellos de nuestros hermanos más simples que aún alientan la idea de que la política es algo que existe o no existe a conveniencia de cada cual y que deja de existir cuando uno decide desentenderse de ella. A la política le ocurre como a la ley de la gravedad: que no es contingente, sino necesaria.
A estas alturas ya deberíamos saber que, por definición, siempre manda alguien y que donde no manda la política suele mandar el dinero, si bien disfrazado con hábiles ropajes concebidos para confundirnos. Así pues, amadísimos votantes, reflexionad sobre estos graves asuntos y, en consecuencia, el día 22 id y votad. Podéis ir en paz.

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