Al sur a la izquierda

¡Qués escándalo, aquí se construye!

Cuando a los dirigentes del Partido Socialista o a los responsables institucionales de la Junta de Andalucía les preguntan en público por el Algarrobico procuran contestar con naturalidad y poniendo cara de no haber roto un plato medioambiental en su vida, pero en realidad no saben dónde meterse de la vergüenza que debe darles haber permitido la construcción de un hotel de 20 plantas a 50 metros de la playa en un Parque Natural y luego haber insinuado que ellos no sabían nada.

De nuevo se repitió en este como en tantos casos de la política española reciente la muy socorrida escena del capitán Renault de 'Casablanca' escandalizándose de que en el local de Rick’s se jugara, cuando en verdad él siempre lo supo y además se llevaba una suculenta comisión. ¡Qué escándalo, aquí se juega!, decía Renault. ¡Qué escándalo, aquí se construye!, diría la Junta. Las autoridades andaluzas siempre supieron que se estaba haciendo el Algarrobico por una sencilla razón: porque no podían no saberlo.
Ayer hubo nueva sentencia del Tribunal Supremo en contra del apaño de la Administración autonómica modificando sigilosamente el plan de protección de la zona para excluir del mismo el lugar donde ya se había construido el hotel. Naturalmente, no ha colado. El cerco sobre el Algarrobico se estrecha, y está bien que así sea, pero las explicaciones políticas dadas por la Junta de Andalucía siguen siendo ambiguas y balbuceantes: el tipo de explicaciones de alguien que intenta justificarse como puede tras haber sido visto cerca del lugar del crimen escondiendo torpemente sus ropas manchadas de sangre.

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