Al sur a la izquierda

Cuando 27 años no son nada y 3 son demasiados

Malos tiempos para celebraciones. Malos tiempos para andar de cumpleaños cogiéndonos unos a otros del bracete, gastando dinero que no tenemos y esperando recibir regalos que nadie nos hará. Se cumplen mañana 30 años de la aprobación en referéndum del primer Estatuto andaluz y el Gobierno de José Antonio Griñán lo recordó ayer con una declaración institucional. Pero ocurre que los tiempos están tan malos que hay pocas ganas de echar la vista atrás, ni siquiera para constatar que tampoco lo hemos hecho tan mal entre todos, particularmente considerando lo mal que hasta entonces lo habían hecho otros en nuestro nombre y además sin pedirnos permiso.
Pero después de tres décadas aún somos la única comunidad donde no ha habido alternancia. Lo que no se sabe muy bien es por qué ha sido así: si porque los socialistas lo hacían muy bien y la gente no quería echarlos; si porque los populares seguían pareciendo demasiado de derechas a demasiada gente en una tierra demasiado castigada por la derecha en la guerra y la posguerra; o si porque la masa crítica de familias que habían prosperado era todavía insuficiente para formar una mayoría electoral y contrarrestar a la masa de gente todavía demasiado humilde como para entregar su voto a la derecha.

Parecen 30 años, pero en realidad son 27+3: 27 años normales y 3 años infernales de una crisis devastadora. Es el aniversario de algo importante, pero sucede en un momento en que nada parece importante porque la ferocidad de la crisis parece empeñada en destruir todo lo que hemos construido en estos años. Sustituido por uno nuevo en 2007 no tanto por necesidad como por prevención, por cautela, por si acaso, el Estatuto de 1981 permitió el despliegue institucional de una nueva administración que no ha hecho mal su trabajo, pero que nació con los vicios de la antigua porque en España no sabemos crear una administración sin vicios. Es una costumbre muy nuestra de la que no nos sentimos orgullosos, pero que tampoco lamentamos demasiado.
Convendría no excederse en los fastos. Y no porque la fecha no lo merezca, sino porque 'parece' no merecerlo, porque la crisis nos está nublando el sentido para evaluar el buen trabajo colectivo que ha hecho esta tierra para equipararse a otras que siempre fueron por delante. Es verdad que siguen yéndolo, pero mucho menos que hace 27+ 3 años. Nuestra victoria es esa. No es para que nos den el Nobel, claro, pero ¡por Dios santo! tampoco para que los más tontos de entre los bárbaros del norte nos denigren cada vez que se aburren o tienen un al día.

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