A ojo

Cinéma vérité

Se está complicando de modo abracadabrante un incidente tan rutinario como es el estrangulamiento en un país extranjero de un dirigente palestino por los servicios de inteligencia de Israel. Por lo visto se violaron esta vez las reglas tácitas de juego de los agentes secretos, y lo que hubiera debido ser un simple asesinato político se les salió de las manos a las burocracias del crimen oficial. Y la cosa va en que el gobierno de Dubai le pide a la Interpol que ponga en su lista de criminales buscados nada menos que al jefe del Mossad israelí, y en que el gobierno inglés le exige públicamente explicaciones diplomáticas al de Israel sobre por qué fueron usados en la operación criminal pasaportes británicos.
También los hubo irlandeses, franceses y alemanes, así como teléfonos portátiles austríacos. Pero hasta ahora los gobiernos respectivos no han dicho ni mú. Israel es Israel. Tanto, que consultados por los periodistas los anónimos funcionarios del Mossad dicen que no creen que el asesinato haya sido obra de su organización porque les parece "poco profesional". Y añaden, con gran preofesionalidad ahì sí, que más bien debió ser cosa de los egipcios, o de los jordanos, o de los propios palestinos.

La cosa empezó como suele: como un guión de película de espías. A finales de enero un comandante de Hamas, organización islámica palestina de resistencia armada a Israel, fué asfixiado con la almohada de su cama en un hotel del emirato de Dubai. Hasta ahí, nada raro. Pero resulta que ese guión fué efectivamente filmado. Todos los asesinos, nada menos que once, quedaron registrados en las cámaras de vigilancia del aeropuerto, de las calles y del hotel del crimen, a la entrada y a la salida, con bigotes y sin bigotes, con gafas y pelucas y sin ellas. Lo único que no aparece en las grabaciones es el momento mismo del ahogamiento de la víctima.
Antes estas cosas sólo pasaban en el cine: porque sólo en la ficción se puede contar la verdad cruda de la realidad. Ahora, gracias a la omnipresente CCTV (televisión de seguridad por circuito cerrado), lo vemos todo. Y lo único que se pierde es la libertad.

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