Monstruos Perfectos

La clave está en Gadafi

Ni Evo Morales y sus jerseys, ni Castro y su traje de comandante o su chándal, ni Chávez y su camisa roja. Ningún líder político actual hace tanta política al primer vistazo como Gadafi y su interpretación del atuendo tradicional africano remezclado con el guardarropa de  la primera esposa de su archienemigo Ronald Reagan, Jane Wyman, vestida como Angela Channing en Falcon Crest.

Creo que desde que Gadafi decidió abrazar la causa del bien, tal y como la entendemos en occidente (volviéndonos a abrir el grifo del petróleo, por ejemplo), supo que iba a tener que posar en decenas de fotos con todos los que hace años le consideraron la encarnación excéntrica del mal. Y Gadafi, que no es ni tonto ni bueno, entendió que la mejor venganza sería ese armario de destrucción masiva, esa colección de conjuntos de cóctel oficial ideales para conseguir que todas esas instantáneas, dispuestas en los salones de las residencias de los mandatarios mundiales, parezcan lo que son: escenas de una opereta. Para que los sarkozys, los aznares, los blairs, las rices y los chiracs luzcan terriblemente ridículos con sus idénticos trajes en sobrio azul marino, mientras Gadafi aporta ese necesario toque de color (morado, mostaza o blanco), sus chales cruzados y sus sombreros. Para que a todos nos quede claro que esto no es más que un teatrito ridículo. Y Gadafi una vieja gloria de la escena que aún puede permitirse modista propia, aunque a veces le toque repetir modelazo.

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