Cannino

DÍA UNO - La apisonadora se pone en marcha

Alguien debería probar a analizar el por qué, una vez superada la fascinación inicial del acreditado primerizo,  el Festival de Cannes provoca entre los profesionales una congoja que roza en la fobia y no desaparece con el paso de los años. "Qué pereza", "Qué miedo", "Otro año más", "Qué mala pinta tiene este año" son expresiones repetidas hasta la saciedad cada edición y sólo los críticos más correosos (los del ala Cahierista y más allá) parecen disfrutar como nenes en un parque de atracciones. 

A los críticos ya les prestaremos atención otro día. En cuanto al resto de profesionales no ha sido diferente esta edición. Ya en Barajas un joven distribuidor español nos confiesa su acobardamiento ante lo que cree va a ser una inminente semana y pico de reuniones, codazos, regateos, películas (bien o mal proyectadas) y algunos tratos llevados a puerto.

Aún así,  la estruendosa apisonadora del show business que es este festival se ha visto mitigada este año por (sí, adivinaron) la crisis económica que parece haber dejado arrugas y lamparones hasta en la sacrosanta alfombra roja de la sala Lumiere.  A bote pronto nos hemos encontrado con un aparente recorte en el staff  encargado de poner en funcionamiento el Palais, centro de actividades profesionales y auténtico pulmón del festival.

Durante esta semana se proyectarán en sus instalaciones unas 2200 películas en pases únicamente para los profesionales, más una exclusiva lista de proyecciones privadas fuera de programa y a las que sólo se accede por invitación. Lo dicho, menor número de encargados de seguridad, menos azafatas... .  Parecería también que el número de acreditados ha menguado, aunque el fin de semana dictará sentencia a este respecto.

En contraste con las vacas flacas los hay que no se bajan de la burra o directamente están en Babia, como el gremio de los taxistas de Niza, que en esta edición piden 99 eurazos por un viaje del aeropuerto a Cannes. Las maletas las cobran aparte.

Muy por lo bajini se ha proyectado "Shrink" de Jonas Pate, cosecha Sundance de este año y representante perfecto de ese cine por el que el festival de  Salt Lake City despierta cada vez menos simpatías (que tampoco es eso):  film hecho con presupuesto justito, un casting de all stars (Kevin Spacey, Robin Williams, Saffron Burrows, Griffin Dune y.... Gore Vidal!!!), un tema de cierta densidad y una construcción coral a la Robert Altman de taller de guión.   La película es una tontuna de actores desbocados intentando robar escenas y con una catarsis final de tarifa plana: todos los personajes  acaban encontrando su hueco y su razón.

El momento rutilante del día ha sido para Jaydy Michel en el aeropuerto de Niza, altísima y bella como una estatua de alabastro (al fin, siempre quise utilizar esta expresión!), así que espero por su bien que nunca se les desplome encima. 

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