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Nueva campaña en Atapuerca

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

* Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, en Burgos

Comienza una nueva campaña de excavación en los yacimientos arqueo-paleontológicos de la burgalesa Sierra de Atapuerca. Será ya la trigésima intervención del Equipo Investigador de Atapuerca en los yacimientos, declarados Patrimonio de la Humanidad en 2000. En 1976, el investigador Trino Torres realizó en la Sima de los Huesos el descubrimiento que de manera definitiva impulsaría un proyecto científico liderado por su director de tesis, el profesor Emiliano Aguirre. Dos años más tarde se realizó la primera intervención preliminar en algunos yacimientos que afloran en la antigua Trinchera del Ferrocarril. Cada año los medios de comunicación nos preguntan por la estrategia que seguiremos durante la campaña. Esto demuestra el interés que despiertan la arqueología y la evolución humana –una buena noticia–, pero es curioso que siempre se repita la misma pregunta: "¿Qué esperáis encontrar este año?".

La pregunta encierra la curiosidad lógica de quien debe informar; pero también lleva implícito un concepto heredado de la arqueología del siglo pasado y de ciertas obras cinematográficas muy populares (por otro lado, muy entretenidas, no me pierdo una). La búsqueda de objetos únicos y muy valiosos, que despiertan el deseo y la ambición de los arqueólogos, está muy lejos de la realidad. El fetichismo no forma parte de las ciencias que se ocupan de la arqueología y la evolución humana. En las excavaciones arqueo-paleontológicas del siglo XXI no se buscan objetos singulares, sino todos y cada unos de los centenares, a veces miles de elementos que ayudan a reconstruir y comprender la biología y la cultura de nuestros ancestros. Esos elementos pueden parecer insignificantes y jamás ocuparían el titular de un medio de comunicación; pero son imprescindibles en el objetivo de nuestras investigaciones. Bien es verdad que ni siquiera los científicos que trabajamos en estos temas nos libramos del fetichismo y celebramos con alegría incontenible el hallazgo de un objeto singular, casi siempre inesperado y, por qué negarlo, también muy deseado.

Un ejemplo: tenemos la certeza de que el conocido nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina encierra centenares, quizás miles de restos fósiles de la especie Homo antecessor. La tentación de acceder directamente a este tesoro de la paleoantropología es inevitable. Sin embargo, los niveles superiores que cubren TD6 contienen una información arqueológica mucho menos espectacular, pero muy valiosa para comprender la cultura de una especie más reciente. Estos niveles se deben excavar con minuciosidad, tal vez durante más de 10 años. La profesionalidad y el rigor científico están por encima del deseo natural de llegar a tener en las manos el objeto más codiciado.

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