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¡Beba pis!

CIENCIA DE PEGA // MIGUEL ÁNGEL SABADELL

Sí señor, y no me estoy refiriendo a lo que hacían los Fremen de la épica novela de ciencia-ficción Dune para sobrevivir en su planeta desértico Arrakis (recordemos que la orina es un 95% agua). Porque estos, al menos, la trataban. En esta época de productos naturales lo que hay que hacer es beberse el propio pis tal y como sale del envase y a palo seco. Bueno, a lo mejor vale ponerle unos cubitos de hielo, pero nada de echarle un chorrito de coñac. Ya verá cómo mejora su salud.

Al menos eso dicen bastantes naturópatas. ¿Que tiene anginas? Pues hágase unas gárgaras con orina recientita y calentita durante un minuto varias veces al día. Eso sí, enjuáguese la boca después de hacerlo y antes de darle un beso a su churri. ¿Que tiene una herida abierta? Aplíquese con un algodón un poco de su orina, o de vaca o caballo. Y si su hijo adolescente tiene acné, solo debe beberse un buen vaso de orina por la mañana y frotarse la cara con ella tres veces al día. Lo bueno que tiene este medicamento es que uno lo lleva siempre encima, no contamina el medioambiente con envases desechables supérfluos y no cuesta un euro.

Según la Asociación China de Urinoterapia –y ya se sabe la devoción que por estos lares se tiene a la todopoderosa medicina tradicional china– no es bueno empezar directamente bebiéndose una pinta de meado, pues tiene sus efectos secundarios (Nota: ¡Milagro! ¡Un producto natural que los tiene!): diarrea, dolor, fatiga, picores... Según cuentan, allí se ha usado mucho tiempo como vigorizante sexual, mientras que los koryak siberianos beben su orina (o la de un amiguete) para mantener el efecto de ciertos hongos alucinógenos. Incluso un koryak borrachín puede llevar su propia orina mientras hace un viaje en su trineo para mantener el pedete el mayor tiempo posible.

Como siempre sucede con las pseudoterapias, los urinófilos únicamente aducen como prueba de su extravagante idea (¿o no es extravagante beberse un producto de deshecho?) testimonios personales y la sempiterna excusa de que se trata de una terapia antigua, con miles de años de existencia. El argumento histórico no es prueba de verdad. Como dijo Lenin: "40 años de estupidez no justifican a ningún hombre". Y no hablemos de lo ignorantes que son algunos urinófilos, que llegan a decir que la orina es como la sangre y que el líquido amniótico es, ante todo, orina. Quizá debieran decir que ambos son,
ante todo, agua.

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