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Diario de excavaciones (IX)

Por María Martinón-Torres, investigadora del yacimiento de Atapuerca

Este es el último diario. Los georgianos nos ayudaron a huir y nos acompañaron hasta el aeropuerto. Diez horas después llegábamos a Madrid, en el último vuelo que ha salido de Tiflis después de los bombardeos rusos de la noche. Horas antes, Lorenzo me enviaba un mensaje contándome que los italianos han decidido viajar a Armenia en autobús. Horas antes, Ani dudaba angustiada si regresar a Georgia, con su familia, a pesar de que sus padres le rogaban que se quedara en Zúrich, sola. Horas antes, Nata, quien nos ayudó a conseguir los pasajes, lloraba mientras nos deseaba buen viaje: "No sé qué nos va a pasar. De aquí sólo podemos ir hacia abajo". Horas antes, Acho y Megrela sonreían mientras les regalábamos la botella de Moet Chandon con la que pensábamos celebrar el segundo aniversario de un flechazo ocurrido en Georgia: "Esta botella es ahora para brindar por la victoria. Que la abráis pronto". La última imagen de Tiflis era algo nuevo para mí: un camión de agua regaba, en pleno estado de guerra, las flores de una calle que el año pasado no estaba asfaltada. La absurda belleza de la imagen me hizo sonreír, y después llorar. Después, escuchábamos aterrorizados que Rusia blande la excusa de Osetia para seguir atacando a un país y, por supuesto, rechaza un alto al fuego a pesar de la retirada georgiana. Compruebo que el mundo sigue mirando y ni siquiera interviene para separarlos. Nos despedimos entre nosotros, con sollozos: "Volveremos a Georgia". Como sea. Esperadnos.

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