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La edad de descubrir

VENTANA DE OTROS OJOS // MIGUEL DELIBES DE CASTRO

* Profesor de investigación del CSIC

Hay días en los que sería mejor no levantarse, la verdad. Esta mañana me han devuelto un artículo enviado a una revista científica de prestigio. Me dicen, con amabilidad, lo habitual: que es una contribución muy interesante, pero que llegan muchos manuscritos y sólo hay espacio para unos pocos, que lo intente en una revista más especializada, que me desean mucho éxito, etc. Pero lo peor ha sido que, al comentarlo con un postdoc amigo (o eso creía), me ha espetado, entre risas:

–¡Si es que no tienes edad para eso! ¿Acaso no conoces el estudio de Benjamin Jones?

El profesor Jones, de Illinois, ha analizado la edad a la que han hecho sus aportaciones más importantes los premios Nobel de física, química, medicina y economía, así como los inventores más destacados, según una historia de la tecnología. Sorprendentemente (o quizás no), científicos y tecnólogos rinden al máximo prácticamente a las mismas edades, lo que implica que no hay razón para tratarlos por separado. Y lo deprimente para los que tenemos cierta edad, es que son edades muy tempranas.

Recuerdo que hace tiempo asistí a un encuentro con un par de premios Nobel en la Universidad Autónoma de México. El comienzo de uno de ellos, dirigiéndose a los alumnos, fue llamativo. Ustedes, les dijo más o menos, están habituados a imaginar a Einstein como un viejito con cara de loco y pelo alborotado y, por si fuera poco, hoy se encuentran aquí con dos venerables ancianos que hemos recibido el premio Nobel; pero no se confundan: los descubrimientos importantes los hacen jóvenes como ustedes, los hicimos nosotros a los 30 años y Einstein cuando tenía el pelo negro y apenas había cumplido los 26. No piensen mucho en lo que quieren hacer, como si les sobrara el tiempo, ¡háganlo ya!

Benjamin Jones prueba que apenas se descubre nada importante antes de los 20 años, pero enseguida el rendimiento aumenta rápidamente, para alcanzar un máximo entre los 30 y los 40, y decrecer después más suavemente. "Aunque los innovadores –afirma con cierta condescendencia– suelen permanecer activos a partir de esa edad, los grandes logros siguen siendo un asunto de jóvenes".

Pues qué le vamos a hacer, claro está. Habrá que acostumbrarse, como se acostumbra uno a correr menos, o a subir peor las cuestas en bicicleta, o al dolor de cabeza al día siguiente de una fiesta. Puede resultar más interesante analizar otro aspecto que a Benjamin le llama la atención: la edad a la que científicos y tecnólogos logran sus grandes éxitos es cada vez más alta. ¿Acaso cabe, entonces, alguna esperanza para quienes somos mayores?

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