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Homínidos oportunistas

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

* Director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, Burgos

Nuestro antecesor común con el linaje de los chimpancés vivió hace al menos seis millones de años en las selvas tropicales africanas y su dieta no habría sido muy diferente de la que todavía mantienen el llamado chimpancé común (Pan troglodytes) y los bonobos (Pan paniscus). La dieta de estos primates es casi vegetariana. Más del 90% de los alimentos que consumen está formado por frutos, semillas, hojas, tubérculos, etc., y el resto por proteínas y grasas de origen animal. Aunque parezca sorprendente, los grupos de Pan troglodytes pueden llegar a cazar otros primates e incluso a practicar el canibalismo.

Bien podemos afirmar que nuestro gusto por la carne tiene una larga tradición. Desde hace décadas los científicos han tratado de averiguar las razones que nos impulsaron a cambiar la composición de la dieta. ¿Cuándo comenzamos los homíninos a consumir una mayor cantidad de carne?, ¿qué influencia tuvo ese cambio en nuestra evolución?, ¿qué relación, si la hubo, tuvo el cambio de dieta con el aumento de la capacidad cerebral y con la inteligencia? ¿cuándo nos hicimos expertos cazadores?, y un sinfín de cuestiones que todavía no tienen una respuesta definitiva.

Hace más de dos millones y medio de años, los sucesivos cambios climáticos del Plioceno comenzaron a modificar de manera drástica los escenarios en los que vivieron nuestros antepasados. Los alimentos disponibles en los nuevos ecosistemas eran también diferentes. Nuestra total dependencia del medio nos obligó a modificar la dieta. Pero la capacidad para digerir sin problemas las proteínas y las grasas animales y nuestra biología de primate social, territorial y jerarquizado fueron entonces providenciales.

Los yacimientos arqueológicos africanos de ese periodo ofrecen un repertorio de herramientas de piedra de manufactura muy simple, junto a huesos fosilizados de animales con golpes y arañazos producidos con esas herramientas. Todas las evidencias sugieren que la carne y la grasa de los mamíferos de gran talla era ya una parte significativa de la dieta de nuestros ancestros. Pero en los años 80 del siglo XX comenzó un debate apasionante. Algunos científicos concluyeron que los homíninos de finales del Plioceno no fuimos expertos cazadores, sino pobres carroñeros oportunistas. Un gran golpe para nuestro orgullo de primates humanos superiores. El debate continúa en la actualidad, pero tiende a aceptarse la idea de que las estrategias para conseguir carne fueron complejas, desde la caza de algunos animales hasta el hurto de piezas a los grandes predadores de la época. En todo caso, todos están de acuerdo de que el oportunismo siempre ha formado parte de nuestra estrategia de supervivencia.

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