¿Qué será lo siguiente que nos pida Marruecos?

Pedro Sánchez tras su reunión con el Rey de Marruecos en abril de 2022. Fuente: Moncloa
Pedro Sánchez tras su reunión con el Rey de Marruecos en abril de 2022. Fuente: Moncloa

Lucila Rodríguez-Alarcón (@lularoal)

  • Si das la gestión de tu frontera a un país tercero, este te puede extorsionar con ello en pro de conseguir lo que desee, como ha sucedido con Marruecos

En el año 2001 apenas existían 20 muros en las fronteras del mundo. Ese año se estrellaban aviones contras las Torres Gemelas en el que fue el primer ataque a Estados Unidos en suelo propio –obviando Pearl Harbour– y posiblemente el primer gran acontecimiento retransmitido en directo por la televisiones gracias a las grabaciones de ciudadanos en tiempo real. Usando la conmoción mundial como palanca de cambio, empresas y estados occidentales introducen un cambio narrativo que dará lugar a la construcción del resto de los por lo menos 65 muros que existen en la actualidad.  

La narrativa enmarca las migraciones en la excepcionalidad, la criminalidad e incluso la 'invasión'. Los migrantes son nuestros vecinos, pero también son "potencialmente terroristas". Se rodean de mafias. Llegan por vías irregulares asociadas al tráfico de drogas. Todo está mezclado en un batiburrillo que se resume en que el migrante es un ser muy peligroso ajeno a nosotras. Pero "no preocuparse", que los Estados nos protegerán de ellos. En qué momento se nos olvida que las migraciones son un fenómeno natural y que todas venimos de África es otra historia para ser contada. 

Esta narrativa permite generar un negocio muy lucrativo, regado de dinero público, que va a manos privadas a través de la Industria del Control Migratorio

Esta narrativa permite generar un negocio muy lucrativo, regado de dinero público, que va a manos privadas a través de lo que la Fundación porCausa denomina la Industria del Control Migratorio, pero cuya efectividad es muy cuestionable. Pero pese a todos los muros militarizados y sistemas de seguridad humanos y tecnológicos, las personas que quieren moverse lo siguen haciendo. A costa de su vida si hace falta son capaces de atravesar todas las barreras. Y la migración, ya convertida en un arma arrojadiza del debate político, se transforma en una crisis permanente que resulta muy conveniente para hacer crecer el discurso del odio y desestabilizar gobiernos. Estos, perezosos, sobre todo los que se encuentran en puntos de frontera norte-sur, prefieren por un lado mantener la lucrativa industria y, por otro, desplazar la responsabilidad de la frontera a un espacio que no incluya su territorio. Esta última acción se conoce como externalización de la frontera, es decir, le das la responsabilidad de tu frontera a otro Estado con el que linda tu territorio. Grecia con Turquía, Libia con Italia, EEUU con México, España con Marruecos. 

Pese a todos los muros militarizados y sistemas de seguridad humanos y tecnológicos, las personas que quieren moverse lo siguen haciendo

Esta técnica de la externalización tiene dos implicaciones gravísimas. La primera es que se acepta que el nuevo país gerente de nuestra frontera, en la mayoría de los casos de dudosa calidad democrática, evite la migración usando métodos realmente disuasorios que llegan hasta el asesinato impune de personas en tránsito. Sus manos se manchan de sangre pero las nuestras no –¿no? Otro temazo, para otro día–. La segunda implicación ha quedado evidenciada en los papeles del CNI que han hecho públicos los periodistas José Baustista y Oscar López-Fonseca esta semana. Si das la gestión de tu frontera a un país tercero, este te puede extorsionar con ello en pro de conseguir lo que desee. La externalización de nuestra frontera a Marruecos ha sido usada por las autoridades de ese país para conseguir que España diera la espalda a los saharauis después de más de 47 años de abandono, ahogando un poco más las capacidades de este pueblo de que se reconozca su legítimo derecho a decidir su futuro. 

Si las cosas siguen como hasta ahora, si la narrativa migratoria se sigue manteniendo e instrumentalizando por unas y otras, es posible que esto sea solo el principio de una extorsión infinita. Preceden a la apertura de la valla de Ceuta cientos de millones de euros que España y la Unión Europea han ido soltando al rey de Marruecos, acuerdos de pesca, acuerdos de construcción como el del puerto de Tánger, etc. Pero, probadas las mieles de la alta política, ¿qué va a detener a nuestros vecinos ahora? Desde mi ingenuidad, se me ocurre que un cambio del modelo migratorio, que pasara del control a la gestión, nos permitiría tener una frontera más ordenada y menos dependiente de estos estados tan nocivos, además de reducir las muertes en el tránsito.