Tanatopolítica

Concentración por las víctimas del Tarajal el sábado pasado en Ceuta. Foto de Ana Rosado Caro
Concentración por las víctimas del Tarajal el sábado pasado en Ceuta. Foto de Ana Rosado Caro

Por Cristina Fuentes

Memoria. Año tras año, y ya van nueve, las proclamas más repetidas en la marcha del Tarajal hacen referencia a la memoria. Pancartas y cánticos como "Tarajal no olvidamos", y el homenaje a las 15 personas que perdieron la vida con el recuerdo de sus nombres: Yves, Samba, Daouda, Armand, Luc, Roger, Chimie, Larios, Youssouf, Ousmane, Keita, Jeannot, Oumarou, Blaise y otro compañero cuyo nombre se desconoce, son ejemplo de ello.

La memoria es esencial, y por eso desde el movimiento asociativo se hace hincapié en ello. En primer lugar, porque la memoria es imprescindible para la reparación de las víctimas y de sus familias, y, en segundo lugar, porque en el momento en el que lo ocurrido el 6 de febrero de 2014 no nos movilice, se olvidará que a día de hoy nadie ha sido juzgado como responsable de las 15 muertes que tuvieron lugar ese día.

Sin duda la marcha del Tarajal de este año ha estado marcada por otra masacre, la ocurrida en Melilla el 24 de junio de 2022. A todas nos ha resultado imposible desligarnos de la comparativa entre los dos casos y la diferencia en su tratamiento. Lo vimos en las concentraciones del pasado sábado, donde había pancartas con lemas como "6F Tarajal, 24J Melilla: Ni olvido ni perdón. No a la impunidad". Justamente, haciendo memoria de las políticas europeas de migración en la última década, resuenan en mi cabeza las declaraciones en 2013 de la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, afirmando que "esta no es la Europa que queremos" tras aparecer 366 personas muertas en Lampedusa (Italia). Un año tras esa declaración ocurrió la "tragedia del Tarajal".

Una década después de las palabras de Malmström es imposible afirmar que las políticas europeas de migración no conduzcan a la muerte a miles de personas. No solamente en las vallas de Ceuta y Melilla y en el mar Mediterráneo, sino en el tránsito migrante. La opacidad que rodea a las políticas europeas implementadas en los países centroafricanos y en el Sahel para el control migratorio, no nos deja examinar con exactitud que esta ocurriendo en el corazón de las rutas migratorias. Únicamente conocemos testimonios estremecedores  como este de compañeros y compañeras en la ruta: "de mi pueblo -Bertua, Camerún- salimos 300 personas en un camión, no habíamos llegado al desierto y quedábamos menos de la mitad". Guerrillas, policías de los países de origen y tránsito migrante, y campos de migrantes cada vez más al sur de África bloquean el paso de las personas utilizando todos los medios posibles, que además son medios -tecnología de control de personas, formación de policía, armamento e infraestructuras- financiados, en gran parte, por fondos europeos. Y así de esta forma, alejando cada vez más a las personas migrantes de los países que hacen frontera con Europa se consigue reducir el número de personas que llegan a España, a costa de la vulneración sistemática de los derechos humanos en los lugares donde nadie mira y donde todo se vuelve opaco.

Lo que nos llega y ocupa el interés mediático es solo la punta del iceberg de las políticas europeas en materia de migración. La Catedrática de la UCLM María José Aguilar, afirma que hay que hablar de tanatopolítica. Esta es la política que ejerce la UE sobre las personas en tránsito migrante, donde la UE y los Estados miembros han desarrollado mecanismos destructores de la vida humana. En 2017, Aguilar ponía como ejemplo el caso del Tarajal, pero actualmente puede -tristemente- sumarse la "masacre de Melilla".

Concentración en memoria de las victimas del Tarajal el 4 de febrero en el barrio madrileño de Lavapiés. Foto: Cristina Fuentes.
Concentración en memoria de las victimas del Tarajal el 4 de febrero en el barrio madrileño de Lavapiés. Foto: Cristina Fuentes.

A lo largo de estos años que separan el Tarajal del Barrio Chino, las políticas europeas en migración se han ido externalizando y verticalizando la frontera más al sur. La frontera simbólica que no se ve en los mapas, pero que se visibiliza siguiendo el dinero de la Industria del Control Migratorio (ICM), se invisibiliza cuando se choca con los bordes de la frontera cartográfica. La diferencia entre el Tarajal y Barrio Chino se evidencia en que el 6 de febrero de 2014 los asesinatos transcurrieron del lado español de la frontera, mientras que el 24 de junio de 2022 acontecieron en territorio marroquí. Jurídicamente este dato puede parecer de vital importancia en la búsqueda de responsabilidades por parte de España y de la Unión de Europea, así lo ha manifestado el ministro Grande-Marlaska en las múltiples declaraciones en las que ha afirmado que la "masacre de Melilla" no ocurrió en territorio español, pese a haberse demostrado que al menos una persona murió en territorio español. Sin embargo, la verdad es otra. El racismo institucional va más allá de los límites de los estados y solo sirve de coartada cuando no ocurre en su territorio, porque tras nueve años de procedimientos jurídicos, el caso del Tarajal continua sin una sentencia que señale quienes fueron los responsables de las muertes de 15 personas. En 2020, la investigación fue archivada por decisión de la Audiencia Provincial de Cádiz, y actualmente se encuentra el Tribunal Supremo a la espera del fallo del recurso de casación.

La necesidad de una sentencia en firme que depure las responsabilidades es imprescindible, no solamente para sembrar un precedente jurídico, sino porque es el primer paso para la reparación de las víctimas y sus familiares. Mientras tanto, mientras llega esa justicia, seguiremos haciendo uso de la memoria. Tarajal no olvida.