Tumbar 'cuñaos': la migración y Canarias en 2023

Lucila Rodríguez-Alarcón

Imagen de Freepik.
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Nos acercamos al final del año y ya tenemos titulares sobre las llegadas de personas desde las costas africanas a Canarias. La mayoría hablan de "crisis", los datos superan las llegadas de la "crisis de los cayucos", y las personas llegan "ilegales" o incluso lo son. De mayor a menor aclaremos cosas. 

Las personas que entran en nuestro territorio sin papeles solo cometen una infracción administrativa. Resulta increíble que sea así puesto que se las trata como si fueran criminales, con delitos penales. Para contextualizar, es como si por cometer una infracción de tráfico te pudieran privar de todos tus derechos fundamentales e incluso meterte en una cárcel de infractores de tráfico. Sería una locura, ¿verdad? -aunque estamos retrocediendo tanto en derechos y saltándonos tanto las leyes últimamente que todo puede llegar ser-. Por lo tanto, las personas llegan de forma IRREGULAR, su situación es IRREGULAR, y como acepción se puede decir que son irregulares o sin papeles. Cualquier otra forma de denominar a estas personas es absolutamente errónea e incorrecta -si no, también sería ilegales todas las personas que se saltan un semáforo...-.

Los datos de entradas irregulares desde África son altos, casi 53.000, pero todavía no superan en número a los más de 60.000 que llegaron en 2018. Lo que ha cambiado sustancialmente es el camino que estas personas toman para llegar a nuestro país. En 2018 las entradas tuvieron lugar por el Estrecho y sólo un millar de personas entraron por Canarias. Este año Canarias ha recibido a más de 37.000 personas. Otro dato importante es que no ha habido apenas entradas por tierra, por Ceuta y Melilla. 

¿Cómo explicar lo que está pasando?

Lo que está sucediendo es la prueba inefable de que las migraciones no se pueden parar, sino solo gestionar, pero nuestros gobiernos europeos se empeñan en poner en marcha sistemas que aspiran a eliminar los tránsitos. Los flujos migratorios entonces se adaptan y las rutas cambian, sin desaparecer, como resultado de estos esfuerzos, que implican entre otras cosas invertir miles de millones de euros en gobiernos corruptos y dictatoriales como el de Marruecos o el de Mauritania. Con el beneplácito de nuestro gobierno y el apoyo del ministerio del Interior, Marruecos y Mauritania están usando métodos que rozan los crímenes de lesa humanidad, para evitar la llegada de migrantes a las fronteras, a las costas y a los cayucos. De este modo, los flujos han cambiado y ahora las salidas sólo se producen desde Senegal y directamente hacia Canarias. 

A esto se suma que Senegal, al que Europa ha despojado de su principal modo de vida, que era la pesca, está inmerso en un proceso de degradación política histórico, del que, convenientemente, poco se habla, por cierto. 

Los datos históricos

La ruta Canaria se caracteriza por ser la más mortífera, lo que quiere decir que seguramente este año hemos batido récords de muertes en el mar. No lo podemos saber a ciencia cierta porque no hay datos. Hay algunos datos de cayucos que naufragan cerca de las costas, o de algunos cuerpos que flotan y son arrastrados. Pero no se sabe cuántas personas son engullidas por el mar, en este trayecto de en torno a 1.400 km desde Senegal. Este año, además, los cayucos de esta ruta han llegado más llenos que nunca, 561 embarcaciones para 37.200 personas. Terrorífico. 

¿Qué podríamos haber hecho diferente?

En primer lugar, hay que cambiar la narrativa, porque todo lo que está sucediendo no es ni mucho menos crítico. Todos los años entran en España cientos de miles de extranjeros, pero también salen cientos de miles. La mayoría de estas entradas tiene lugar por aeropuerto, de forma segura, y la irregularidad se produce una vez que las personas ya están en nuestro país. La mayoría de las personas en situación irregular son de origen latinoamericano. Las apenas 53.000 personas que han entrado de forma irregular por las rutas africanas son una una aguja en un pajar

En segundo lugar, si bien 37.000 personas no son nada para un territorio de 48 millones de habitantes, sí que representan una carga fuerte para el archipiélago canario. Como ya sucedió en 2019, el Gobierno de Pedro Sánchez ha optado por no facilitar el movimiento de estas personas llegadas a otras autonomías, generando una concentración insostenible en tiempo y espacio para las islas. Además las personas migrantes llegan en condiciones físicas y emocionales espantosas tras esos viajes imposibles, y la primera acogida se extiende durante semanas, recayendo en las capacidades del Gobierno canario. 

Espero que estas nociones os hayan sido útiles. Si queréis más información os recomiendo que visitéis la página de la fundación porCausa. También es interesante este artículo del año 2019, cuando tuvo lugar la anterior "crisis migratoria" en Canarias