Empiezo por reproducir literalmente la salvajada que se ha marcado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobre los sanitarios españoles que plantan cara a la covid-19. Ha ocurrido este martes 21 de diciembre, exactamente dos años después de que se desatara una pandemia que ha provocado más de 270 millones de contagios en todo el mundo y cerca 5 millones y medio de fallecidos.
Es algo largo, pero merece la pena (las negritas son mías):
Nos está pasando muy frecuentemente de ciudadanos que, dependiendo del centro de salud al que acudan, la atención que están recibiendo, no la sanitaria sino la atención al ciudadano como tal, es distinta, y es cierto que ahí, bueno vamos a estar sobre ello porque queremos saber qué está sucediendo. (...)
Sí que quiero estudiar profundamente qué está sucediendo en los centros de salud de Madrid. Porque no en todos los casos los ciudadanos tienen por qué estar esperando haciendo colas, y porque en algunos no cogen los teléfonos, cuelgan, de repente no hay médicos... lo vamos a investigar. Pero la izquierda siempre ha hecho de la sanidad pública el caballo de batalla.
El otro día yo estaba en La Paz inaugurando unas nuevas máquinas, por cierto donadas por Amancio Ortega (...) Mientras anunciábamos la reforma integral de La Paz, que son más de 500 millones de euros, más las reformas integrales del Gregorio Marañón, del 12 de Octubre, esa contratación extraordinaria... y aún así había una sindicalista por ahí con lo de "Sanidad pública", porque lo han cogido como bandera y lo han cogido para, como han hecho en lo últimos años en Madrid, intentar mantenerse y mantener a sus sindicatos y a los liberados sindicales y a esa gente que tiene ahora mismo instalada en el seno de la Educación, de la Sanidad y de otros muchos servicios públicos.
Nos está pasando con la Atención primaria, y lo decía el partido socialista esta misma semana en una reunión: vamos a hacer de esto el campo de batalla, y quieren convertir los centros de salud en sedes electorales. Como siempre, la izquierda con sus sindicatos hace esto, y cada vez se ve cómo en algunos centros de salud, no en todos, ya empieza a haber mucha tensión, utilizan los espacios de todos para colgar sus pancartas y no todos quieren trabajar y arrimar el hombro. Y esto es tal cual.
Díaz Ayuso es la presidenta de una Comunidad Autónoma. No de cualquiera, sino de la que representa a la capital del Estado español. Es además la líder del PP, le pese a quien le pese, y la cabeza más visible de la oposición al Gobierno por parte del partido que se ha venido alternando en el poder una vez establecida esta democracia.
Podríamos quedarnos en que la presidenta ha lanzado un zarpazo contra lo público, lo que resulta habitual y nada sorprendente en su partido. Pero Díaz Ayuso ha dado varios pasos más, ha coronado el Monte Ruindad hasta tocarle a la muerte la guadaña.
Sigamos su escalada paso a paso:
Paso 1. Ha elegido la Sanidad para cargar contra lo público en un momento de emergencia global sin precedentes. Podría haber elegido el presupuesto para Igualdad, el ataque a la propiedad privada o lo que considera una cruzada contra la libertad religiosa en el ámbito de la llamada Educación concertada. Pero ha decidido cargar contra el servicio público imprescindible en estos momentos.
Paso 2. Una vez elegido dicho sector, no se ha centrado en las habituales críticas al Gobierno y sus manejos, el reparto de fondos y vacunas o la selección de medidas aconsejables a la hora de reunirse a beber o comer. De forma alarmante, ha decidido cargar contra los sanitarios. O sea, los hombres y mujeres que llevan dos años jugándose su propia vida en precarias condiciones por preservar las de los demás.
Paso 3. Su estrategia para denigrar al personal sanitario consiste en convertirlos en lo que son, trabajadores y trabajadoras. En tanto que tales, los ha señalado como sospechosos y carne de investigación. Es decir, presuntos culpables.
Paso 4. Ha definido la raíz de la culpa del personal sanitario: su ideología. La presidenta Díaz Ayuso ha afirmado que en los hospitales y ambulatorios, en estos momentos de emergencia sanitaria, las ideas de los trabajadores y trabajadoras suponen que "no cogen los teléfonos, cuelgan, de repente no hay médicos".
Conclusión: La líder del PP contempla la posibilidad de que la ideología de unos profesionales llegue al extremo de permitir la muerte de las personas. Nadie había llegado tan lejos. No tan lejos en sus argumentaciones, que también, sino tan lejos en su propio retrato. Para Díaz Ayuso, la vida y la muerte dependen de la ideología política. Ni más ni menos.
Comentarios
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