Posibilidad de un nido

La crueldad de una supervillana mesetaria

La presidenta del PP de Madrid y de esta comunidad, Isabel Díaz Ayuso, durante su intervención en la convención sectorial 'Juventud, un proyecto de vida. A la altura de un gran país', en el Centro Cultural Casa del Reloj. EFE/ /Juan Carlos Hidalgo
La presidenta del PP de Madrid y de esta comunidad, Isabel Díaz Ayuso, durante su intervención en la convención sectorial 'Juventud, un proyecto de vida. A la altura de un gran país', en el Centro Cultural Casa del Reloj. EFE/ /Juan Carlos Hidalgo

Mi generación es hija de unos padres y unas madres que pelearon duro, pues claro que sí, sobre todo aquellos a los que no les sobraba ni tiempo ni dinero. Aun así, hay quien dice que somos hijos de las segundas residencias, y no les falta razón. Una casa en la playa o la casa familiar en el pueblo, o un terreno en la montaña. Nada de eso era extraño. Y no hablo de las Ayusos de entonces, sino de familias obreras que podían permitirse, con todo el esfuerzo que cada cual recuerde, aquel terreno, pisisto o similar donde acudir en verano y, los más afortunados, los fines de semana. Quienes no se lo pudieron permitir, sí consiguieron pagar con su trabajo la hipoteca de unos pisos donde ahora, a menudo, tienen que dar de comer a sus nietos, los hijos de mi generación.

En la mía, en mi generación, cuando estudiabas una carrera, lo normal era que acabaras encontrando un trabajo mejor o peor remunerado en aquel ámbito que habías elegido como profesión. A nadie se le pasaba por la cabeza, como ahora encuentran normal, que saldría de una Ingeniería directamente a servir copas sin contrato siete días al mes. O peor, a nada, a engrosar las listas de los millones de parados de este país que ya no ofrece esperanzas a las nuevas generaciones ni siquiera de poder pagarse un alquiler en pareja.

"Les falta cultura del esfuerzo", ha dicho la líder madrileña del PP refiriéndose a los jóvenes actuales. ¿Del esfuerzo? ¿De esforzarse para qué, Díaz Ayuso? ¿Para qué y con qué herramientas? En la comunidad autónoma que usted preside, la mitad de los menores vive en lo que denominamos hoy "pobreza relativa" y antes llamábamos por su nombre: son pobres. Pero es que eso de la "cultura del esfuerzo" esconde además una de las ideas más miserables y destructivas que hoy manejan los ultraliberales como usted. Si no consigues "triunfar" –defina triunfar—, es porque no te has esforzado lo suficiente. Es decir, eres un fracasado. Tú lo eres y no esa sociedad que ha rebañado lo público hasta dejarlo en los huesos y a ti, junto con tu familia, tiritando. Ah, no. Las gentes como Ayuso mandan, construyen un discurso y, sobre él, una sociedad a su medida.

"Lo tienen todo", asegura Ayuso. ¿Qué tienen? Una población con 13 millones de personas pobres, con la mayor tasa de paro juvenil de toda la Unión Europea. Tienen un futuro en el que se les augura sed, sequía, desastres naturales, movimientos desesperados de población empujada por el cambio climático, una especie de apocalipsis inconcreto al que nadie se atreve a poner nombres, fechas ni remedios claros. Tienen una colina de preguntas sin respuesta debajo del culo y ninguna certeza a mano.


Nosotras, nosotros, sus madres y sus padres hemos ido perdiendo la capacidad de llevar una vida a la altura de lo que trabajamos y asisten estupefactos a cómo los salarios que llegan a los hogares, millones de ellos monomarentales, no tienen nada que ver con lo que cuesta vivir. Eso ven, que vivir se ha convertido en una pelea en la que ellos no tienen sitio, porque quienes estamos en la lucha lo hacemos a dentelladas.

He visto a críos y crías adolescentes, jóvenes, derrumbarse tras la pandemia, pero también antes, encerrarse en sus habitaciones, dejar de comer, cortarse las venas, ser internados con episodios de ansiedad o pánico. No soy yo quien alerta, sino las autoridades sanitarias. Y no se trata, Isabel Díaz Ayuso, de que sean débiles, de que sean una panda de flojos, de que no se esfuercen. Se trata más bien de que el mundo que usted y quienes son como usted les ofrecen es un basural donde deberán aprender a arrastrarse para que cuatro elegidos hereden aquello de lo que ustedes nos despojan.

La crueldad es una forma de gobierno. Se parece a la tiranía, pero ni siquiera apela a inteligencia alguna, es menos elaborada. Su crueldad, Díaz Ayuso, hacia nuestras jóvenes, nuestros jóvenes y adolescentes tienen más de personaje de cómic que de gobierno, una supervillana mesetaria. De ahí que resulte tan peligrosa. Espero que también por eso mismo toda esa juventud la sepa ver, no se les escape lo que usted representa.

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