Posibilidad de un nido

Lo de Ossorio y Díaz Ayuso se llama indecencia

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante una sesión plenaria en la Asamblea de Madrid, a 1 de diciembre de 2022, en Madrid (España). Foto: Fernando Sánchez / Europa Press
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante una sesión plenaria en la Asamblea de Madrid, a 1 de diciembre de 2022, en Madrid (España). Foto: Fernando Sánchez / Europa Press

Voy a confesar algo que me da mucha vergüenza. Mucha. Hoy, al pasar por la cola, tampoco les he mirado. De nuevo, como siempre. He vuelto la vista, no he mirado al a cara a las personas que forman la cola que unos llaman del hambre y otros, de la vergüenza.

Hace ahora exactamente un año, el vicepresidente del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, Enrique Ossorio, dijo no ver a los pobres de Madrid. Cáritas acababa de publicar un informe donde alertaba por la pobreza en la Comunidad. Ante los medios de comunicación, Enrique Ossorio, fingió mirar a derecha e izquierda con un gesto de cabeza, y se preguntó dónde estaban esos pobres de Cáritas que él no veía.

Eso que hizo el vicepresidente de la Comunidad de Madrid tiene un nombre: indecencia.

Acabamos de enterarnos de que, como la indecencia impide a Ossorio ver a esa gente, se queda el dinero que su propio Gobierno destina a las "familias vulnerables" para que puedan calentar sus hogares. No solo se beneficia de ese dinero, sino que además dice que seguirá haciéndolo. "Es un dinero de Pedro Sánchez, del Gobierno de España; las Comunidades lo que hacen es distribuirlo; son ellos los que han determinado quién debe recibirlo, y han dicho que todas las familias numerosas, así que mientras lo sigamos siendo la seguiré recibiendo".

A mí me avergüenza no mirar y mi vergüenza es doble, porque esta chulería es consecuencia de lo que yo dejo de hacer: "Si alguien tiene envidia de las familias numerosas por tener estos recursos, le invito a ser familia numerosa, que hace muy bien a España, y verá si le compensan 192 euros".

Porque la que llaman cola del hambre, o cola de la vergüenza, está siempre ahí, cada día varias veces, dando la vuelta a la manzana junto a mi casa. A las ocho y media de la mañana ya está ahí. Hambre la suya y vergüenza la nuestra, está ahí. Son muchos, muchos en fila esperando algún alimento caliente.

Antes se hablaba mucho de estas cosas, pero yo no sé qué reciben tras las horas de cola. No sé qué reciben porque me da pudor mirar, porque no miro. Soy periodista y aun así no miro. Se hablaba mucho, pero parece que ha pasado de moda y la ciudad -que somos nosotras y nosotros- ha asimilado la necesidad de extrema. Hasta el punto de que Ossorio, el vicepresidente de Díaz Ayuso, se pudo permitir un día quedarse ciego, ciego como los niños que se tapan los ojos, ciego como desnudo iba el rey, y deja de ver a los cientos de miles de pobres de Madrid que Cáritas le pone delante de las narices.

Cada vez que no miro me digo "Mira". Y luego: "Ya mañana miraré". Recuerdo cómo dejan de mirarte cuando eres pobre. A mí me pasó, sé que lo hacían para no avergonzarme. Yo, qué ascazo, lo hago por lo mismo. Qué ascazo, porque supone asumir que en ellos en ellas hay algo vergonzoso.

Sin embargo, al vicepresidente Ossorio y a la presidenta Isabel Díaz Ayuso no les da ninguna vergüenza cobrar una ayuda que va destinada a las familias que necesitan ese dinero. Parece que no es el único que lo hace dentro del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Ellos no tienen vergüenza porque nosotras sí la tenemos. Hoy ellos no ven porque nosotras no miramos. Hoy ellos se echan al monte haciendo lo que les sale de la punta del pimiento porque nosotras no salimos a la calle a impedírselo.

Los beneficios de Mercadona los beneficios de Inditex, del BBVA, del Sabadell, de Iberdrola, de todas las eléctricas, los beneficios récord de todas las grandes empresas, las fortunas de los milmillonarios, de los millonarios a secas, de los que tienen propiedades. Todo eso no hace más que crecer, mientras la población se come los mocos y como mucho llega a comerse un pie. Entonces, nosotras, nosotros, usted y yo, ponemos parte del dinero que ganamos, lo que nos dicen, dinero escaso el que ganamos, dicho sea dicho sea de paso, para que el Gobierno ayude a las familias con dificultades incluso para alimentar a sus hijos. Son millones de personas. Entre 12 y 15 millones de personas se encuentran en el umbral de la pobreza en España hoy.

Que sepa usted que como yo no se echa a la calle ni mira las colas, usted que siente vergüenza, que sepa que ese dinero que aporta se lo quedan las familias como la de Enrique Ossorio. Con el aplauso de la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Lo de estos dos y sus compinches se llama indecencia. ¿Y lo nuestro? ¿Cómo se llama lo nuestro?

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