Posibilidad de un nido

Lo de Vox es un avance hacia la barbarie

Lo de Vox es un avance hacia la barbarie
El líder de VOX Santiago Abascal (i) comparece ante la prensa para comentar los resultados electorales, hoy domingo en Madrid. EFE/Javier Lizón

Se suele decir que cuando ganan los conservadores "se retrocede". Esa idea de que la izquierda avanza y la derecha "supone un retroceso" es probablemente una de las asignaturas pendientes de más urgente revisión. Básicamente, porque no es cierto. La derecha avanza, solo que en otra dirección. Sobre todo la ultraderecha. Con Vox no "se dan pasos atrás", se avanza en violencia. Vox salta de los 812.804 votos conseguidos en 2019 a más de un millón y medio. O sea, duplica el número de apoyos ciudadanos. Pasan de tener 500 concejales a más de 1.700, y de 47 a 119 diputados autonómicos.

El gran desastre de estas elecciones para la izquierda es la victoria del Partido Popular, sin lugar a dudas. Pero el desastre, aún mayor, es para la democracia, y se concreta en siete comunidades autónomas y decenas de ayuntamientos cuyo gobierno dependerá del apoyo de la extrema derecha de Vox para gobernar. 

El PSOE ha perdido la inmensa parte de sus autonomías, los pilares simbólicos de su poder: La Comunitat Valenciana de Ximo Puig, la Extremadura de Guillermo Fernandez-Vara, el Aragón de Javier Lambán, las Illes Balears de Francina Armengol. Pero no es el PP quien los gana, es VOX quien se los da. Lo mismo sucede con la Cantabria de Miguel Ángel Revilla, donde la extrema derecha decide, igual que en Murcia. Todas las comunidades anteriores se suman a la construcción de Gobierno que ya existe en Castilla y León, esa que nos dejó en vilo con Juan García-Gallardo como vicepresidente por parte de Vox exigiendo que las mujeres que desean interrumpir su embarazo sean obligadas a escuchar el latido de su feto. 

Ojo a lo que nos espera: nada más y nada menos que siete gobiernos autonómicos dependen a partir de hoy de los apoyos de la ultraderecha, de sus exigencias, de la violencia que destilan. Y si algo sabemos es que Vox no se anda con chiquitas, no son gente suave ni culta ni dialogante ni demócrata. En el centro de su odio, que es feroz, como también se ha demostrado donde ya tienen poder de devastación, los derechos de las mujeres, el aborto, la lucha contra la violencia machista, los derechos de la comunidad LGTBI, la memoria histórica y la educación en la igualdad.

Son lo que son, fascistas católicos, fanáticos de algo que llaman la "unidad de España" y que no es sino un franquismo renovado, gentes que hace nada nos habrían resultado inimaginables en un pequeño ayuntamiento y ahora decidirán sobre la vida de millones de personas en España. Sucede además en aquellos territorios donde las izquierdas parecían sólidas, donde el PSOE y sus socios tenían los cimientos sobre los que levantar un futuro Gobierno de progreso. Es como si una sacudida del infierno hubiera desmoronado de un solo mazazo la España imaginada. Tardaremos años en asimilarlo.

Se equivocan las izquierdas si repiten que esto es un retroceso. Es un avance. El avance del fascismo, o sea de la barbarie. Por eso ha duplicado el número de votos. Porque quienes les dan su apoyo no los ven como algo que da marcha atrás –nadie elige recular pudiendo hacer lo contrario–. Los ven como una fuerza que avanza. Pensemos en los miembros del movimiento de desokupación que se manifestaron en Barcelona contra Ada Colau. Eran como los camisas pardas alemanes, como los camisas negras italianos, como Amanecer dorado. Machos amenazantes que marchan exudando violencia hacia un lugar que nos horroriza, sí, pero hacia el que avanzan

Más Noticias