Posibilidad de un nido

Mujeres, que nuestro sueño sea su pesadilla

 

Una mujer lleva un pañuelo a favor del aborto legal en la manifestación por el Día de Acción Global por la despenalización del aborto, a 28 de septiembre de 2023, en Madrid (España). Matias Chiofalo / Europa Press
Una mujer lleva un pañuelo a favor del aborto legal en la manifestación por el Día de Acción Global por la despenalización del aborto, a 28 de septiembre de 2023, en Madrid (España).
Matias Chiofalo / Europa Press

Hace ya un tiempo que tengo un sueño bonito, bonito. Se trata de lo siguiente: que seamos las mujeres, en defensa de nuestros derechos, las que plantemos cara de forma efectiva y radical al avance de la ultraderecha en el mundo entero. Que de la misma manera que vemos cómo avanzan a un mismo paso las fuerzas de mal encabezadas por Trump, Milei, Orban, Meloni o Abascal, cómo lo hacen coordinadamente, seamos las mujeres quienes nos pongamos frente a ellos, más allá de fronteras y países, las mujeres del mundo unidas. Porque son nuestros derechos los primeros que quieren llevarse por delante.

El pasado 11 de abril, el Parlamento Europeo votó a favor de que que se incluya el derecho al aborto en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. La resolución se aprobó por 336 votos a favor, 163 en contra y 39 abstenciones. No es casual que suceda ahora, como no es casual que la ciudadanía europea apenas haya tenido noticia de tal votación hasta que estuvo concluida. Y ojo, porque el hecho de que la mayoría votara a favor no significa que vaya a incluirse. De hecho, no se incluirá.

Existe en la actualidad un temor cierto, evidente, al avance de las fuerzas ultraconservadoras, en el mundo, en Europa, y en España en particular. Las eurodiputadas lo saben, de la misma forma que lo sabemos las activistas que vemos con temor cómo avanza el movimiento antiabortista. Pero creo que también cunde una sensación de seguridad en los derechos conseguidos que no se corresponde con la realidad. Solo así se explica que un paso de la envergadura del anterior, nada menos que incluir el aborto en la Carta de Derechos, ni siquiera constara en la agenda informativa de los medios los días previos a la votación. No creo en las casualidades, y mucho menos en asuntos informativos. Creo más bien que hay un sector cada vez más amplio del poder al que le interesa que nos desentendamos de los derechos adquiridos. Arrebatárnoslos, de esa manera, es coser y cantar. Que se lo pregunten a los defensores de la Memoria Histórica en Aragón, la Comunitat Valenciana, Castilla y León o Illes Balears, que han visto cómo se desmantelan esas leyes que creían sólidas.

En España, pese a todas las irregularidades, las deficiencias y las dificultades para abortar en numerosas zonas, damos el aborto como derecho cierto, conseguido e inamovible. No lo es en absoluto. No lo es, porque ningún derecho resiste el ataque de las fuerzas ultras cuando se lo proponen. Pero además, porque se trata de un derecho que tiene cierto carácter simbólico, por algo es el primero que intentan arrebatarnos.

Esa es la razón por la que creo que desde Latinoamérica a Europa, pasando por los activismos estadounidenses, la defensa del derecho al aborto puede convertirse en la gran herramienta global para plantar cara al avance conjunto y coordinado de las fuerzas ultraconservadoras. Siguiendo el ejemplo de países como Argentina o Colombia, la marea verde latinoamericana, las mujeres nos estamos organizando en Europa para que, cuando llegue el zarpazo, nos pille fuertes, juntas, dispuestas como siempre a poner el cuerpo para que no nos toquen los derechos. Lo estamos haciendo desde el movimiento Mi Voz Mi Decisión, My Voice My Choice. Es el momento de avanzar unidas para poder plantarles cara. Nos tendrán enfrente y seremos millones. Nuestro sueño será su pesadilla.

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