Culturas

Otra manera de leer

LETRAS DE CAMBIO// EVA ORÚE

Solemos aseverar que una imagen vale más que mil palabras. No sé quién fijó los términos del trueque, ni negaré su vistosidad, pero la fórmula no sólo está sobrevalorada: está superada.

Estimulación
"Los clásicos son imperecederos, pero necesitamos nuevas motivaciones para leerlos". Diego Moreno (Nórdica) se ha impuesto la tarea de ampliar con trazo firme el público al que esos textos indiscutibles pueden llegar. Cree que esta oferta es de interés general, aunque sospecha que atrae fundamentalmente a las generaciones más jóvenes, instaladas en el imperio de la imagen. Por eso, tras propiciar el diálogo entre Isak Dinesen y Noemí Villamuza para asistir a El festín de Babette, o el de Charles Baudelaire y Louis Joos en Las flores del mal, va a volver a intentarlo con El proceso, de Kafka, que saldrá entreverado con dibujos del alemán Bengt Fosshag.

Iluminación
La senda de esta nueva forma de iluminar los libros, que nos lleva mucho más allá del mero dar color a las figuras y letras de una estampa o de un texto, la siguen con paso decidido algunas de las editoriales más esmeradas de este país. Galaxia Gutenberg, por ejemplo, tiene una espléndida colección en la que ha forzado encuentros creativos que parecían imposibles, como el del pintor Ángel Mateo Charris con Joseph Conrad (El corazón de las tinieblas), o el que mantuvieron Antonio Saura y George  Orwell (1984). Hojeando esas obras mixtas, se impone la evidencia de que con su relectura, el artista gráfico complementa y redimensiona la labor del escritor. Prueben a adentrarse en La divina comedia de Dante en la versión (adaptada para todas las edades) que ilustró Carla Olivé en Gadir: "nueve de cada diez dantistas la recomiendan", dice su artífice, Javier Santillán, quien confía en que ahora los "chejovistas" plebisciten su próxima apuesta, Kashtanka, la historia de un chucho joven y canelo que el maestro ru-
so relató y Raquel Marín ha dibujado.

Nada nuevo bajo el sol
Permítanme la obviedad: haciendo lo que hacen, los editores de hoy confirman las intuiciones de sus mayores. En 1920, las Éditions de La Sirène que animaban Jean Cocteau y Blaise Cendrars publicaron una joya: Les contes des fées, de Perrault, ilustrados por Lucien Laforge. Ha pasado casi un siglo y la española Rey Lear, cautivada por la innegable magia de los textos (La bella durmiente del bosque, Caperucita Roja, Barba Azul, El gato con botas, Las hadas, Cenicienta, Riquete el del Copete y Pulgarcito), y por los dibujos, tan delicados y tan radicalmente modernos para su tiempo, asume el reto de una reedición respetando el formato y, con ligeras variantes, la maquetación originales. ¿Algún voluntario para reformular la manida expresión citada al inicio?

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