Posos de anarquía

El silencio de Soraya ante la mordaza de Catalá

Aunque hoy haya reculado -implícitamente y de nuevo, culpando a la prensa por distorsionar sus palabras,- ayer el ministro de Justicia, Rafael Catalá, sorprendía con la propuesta de sancionar a los medios de comunicación que publicasen filtraciones. Las mismas filstraciones que no sólo han puesto contra las cuerdas al Partido Popular (PP) -aunque es el que se ha llevado la palma con los papeles de Bárcenas, Gürtel, Púnica...-, sino también al PSOE con el escándaloso caso de los ERE de Andalucía. Las mismas filtraciones que nos dieron a conocer detalles en el caso Nóos y la imputación de la infanta que de puro amor se volvió ignorante, que no inocente... En suma, las mismas filtraciones que mantienen al pueblo informado, como establece la Constitución y, por tanto, se supone que más libres.

Y digo que 'se supone más libres' porque, como sucede con los delitos, que su desconocimiento no exime de responsabilidad, en el caso de la información vivimos tiempos en los que su conocimiento sí exime de la libertad. Son conocidos y públicos los más diversos delitos y continuamos viendo a señores como Rodrigo Rato pasearse de un lado a otro, habiendo podido viajar a Suiza libremente para literalmente volatizar 6 millones de euros que nadie sabe dónde han ido a parar y mininado por tanto la libertad de la ciudadanía honrada... Pero ese, sería un tema para tratar en exclusiva en otro post.

El tema que me trae hoy aquí es el particular homenaje que Catalá ha hecho al fundador del PP, Manuel Fraga, que como ministro franquista promulgó una Ley de Prensa en 1966 que establecía la censura de los medios. Una censura que ayer planteó el ministro de Justicia y que hoy los informativos de TVE, primero han calificado de "reflexión" para luego pasar a "propuesta" en un juego dialéctivo en el que alguien se ha perdido...

Tras plegar velas Catalá, otros miembros del PP como el vicesecretario de Organización del PP, Carlos Floriano, se han convertido en auténticos defensores de la libertad de prensa, con la excepción de Esperanza Aguirre, amiga de "abrir el debate". A quien no se ha oído pronunciarse es a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, cuyo rasero de libertad de prensa la ha llevado en más de una ocasión a elogiar la pluralidad de TVE, a pesar de que las denuncias desde el Consejo de Informativos se acumulan en la mesa.

Acostumbra a suceder a los populares que confunden pluralidad con estar como en casa, que es como precisamente estuvo la vicepresidenta en la entrevista que Sergio Martín le hizo en la Noche en 24 Horas, en la que únicamente faltó servirle un té con pastas. Y es que hablamos de Sáenz de Santamaría, la misma que arremetió contra los medios cuando la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) hizo un escrache ante su domicilio... escrache, por otro lado, que el mismísimo juzgado de Instrucción número 4 de Madrid declaró legal, calificándolo de "mecanismo ordinario de participación democrática de la sociedad civil y expresión del pluralismo de los ciudadanos".

Dicho de otro modo, que cuando entonces la vicepresidenta criticó a los medios de comunicación por dar cobertura informativa a los escraches, sugiriendo que los directores de los periódicos y las televisiones no deberían enviar a sus periodistas a cubrirlos, no sólo atacó la libertad de prensa, sino al derecho de información. El artículo 20 de la Carta Magna, al cubo de la basura; el mismo texto legal que unas veces parece inquebrantable y a prueba de reformas y otras, en cambio, no parece servir ni para calzar un sillón. 

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