Posos de anarquía

El nuevo PSOE coquetea con el diablo

Terminó el XXXIX congreso federal del PSOE y los más optimistas hablan ya de 'nuevo PSOE'. No es para menos, porque para la familia socialista es ahora o nunca. No recuerdo un momento en el que el PSOE estuviera más al borde de la extinción, en el que fueran los propios dirigentes los que se hicieran un harakiri a la griega. Precisamente l@s que más hablan de remendar, de apoyar y enterrar diferencias, son l@s mayores responsables del hundimiento del PSOE, comenzando por Felipe González y terminando con Susana Díaz, que sólo ha ganado unas elecciones andaluzas con uno de los peores resultados de la historia del PSOE andaluz y se cree la reina del mambo.

El comportamiento que han tenido tanto Díaz como sus adláteres andaluces durante el congreso federal ha sido lamentable. Como ya hiciera en la noche en la que Pedro Sánchez le pasó literalmente por encima durante las primarias, este fin de semana tampoco se quedó a escuchar el discurso de su nuevo secretario general. Esa es la idea que tiene de remendar.

¿Y todavía se escuchan reproches de que la nueve ejecutiva no ha integrado a susanistas? ¿Qué esperaban? Una cosa es ser integrador y otra estúpido, metiendo en casa al asesino. Desde que se prepararó el golpe de estado interno que derivó en la salida del Sánchez de la secretaría general, todo cuanto han hecho Díaz y sus secuaces ha sido boicotearle. Uno podría medio entenderlo durante el proceso de primarias, pero cuando la andaluza, no sólo fue derrotada por más de 10 puntos sino que, además, vio que su propia gente desconfió de ella -de ahí la abultada diferencia entre sus avales y sus votos finales-, debería haber abandonado su torpedeo al PSOE. No lo ha hecho y por el bien del partido la militancia debería comenzar a verlo.

Por otro lado, Sánchez ansía recuperar al PSOE de izquierda, algo que no resultará sencillo por la marcada 'derechización' que ha sufrido el partido en los últimos tiempos, en gran medida, por personajes del perfil de Susana Díaz. Es una gran noticia que el objetivo sea un PSOE de izquierda que desaloje al PP de La Moncloa; sin embargo, es muy mala noticia el modo en que espera hacerlo.

Una verdadera izquierda no debería siquiera plantearse pactar un Gobierno con Ciudadanos, que es derecha destilada. Los sanchistas llevan mucho tiempo reprochando a Unidos Podemos que no apoyaran aquella triple alianza que buscó Sánchez -la misma que ahora quiere recuperar-: PSOE, Ciudadanos  y Unidos Podemos. Parece mentira que durante todo este tiempo no se hayan dado cuenta de que la formación de Albert Rivera no es de fiar, ha encubierto la corrupción del PP como el que más y defiende unas políticas sociales que nada tienen que ver con el socialismo.

Sánchez y su nueva ejecutiva no debería perder el norte y sí abrazar la verdadera izquierda, esa que en momentos puntuales puede llegar a consenso con la derecha -ya sea de PP o C's- pero que no puede vender su alma al diablo para llegar al Gobierno... y eso es, precisamente, lo que haría pactando con C's, que es el adalid de todos aquellos poderes fáctivos que Sánchez denunció en aquella entrevista con Jordi Évole. Seamos consencuentes. El pragmatismo en política, sencillamente, apesta. Son más importantes los principios.

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