Posos de anarquía

España, país sin crédito que vive del crédito

Hace tiempo que escribía lamentando cómo en España los efectos de la crisis estafa han pasado sin pena ni gloria en lo que a cambios de malos hábitos se refiere. La especulación y la avaricia vuelven ahora a repuntar al calor de las proclamas de una recuperación económica que, a pie de calle, somos much@s l@s que seguimos sin percibir. A estas ansías por hacer negocio con la vivienda, ya sea con su venta o alquiler, se suma de nuevo un consumismo compulsivo que terminará por arrancar otra apisonadora económica que aplaste a much@s incaut@s.

Un reciente estudio revela que en nuestro país existe el doble de tarjetas de crédito que de débito o, dicho de otro modo, por cada tarjeta de débito (26 millones de plásticos)  hay dos de crédito (52 millones). Eso significa que por cada habitante existen 1,7 tarjetas, con un crecimiento que roza el 6,5%.

Si miramos a otros países europeos, el comportamiento ha sido muy diferente al vivido en nuestro país. Desde el inicio de la crisis en 2008, el número de tarjetas de crédito ha caído un 14%, mientras que el de débito va en aumento en países como Reino Unido.

¿Qué consecuencias tienen estos hábitos? Pues si miramos a 2017 y manejando los datos del Banco de España, el crédito al consumo subió un 4,6%, alcanzando los 175.791 millones de euros. ¿Por qué las personas sienten esa necesidad de consumir lo que no tienen? Porque la realidad es esa, como demuestra el hecho de que una de las empresas más relevantes en el mercado de los préstamos -esa suerte de usura legalizada- aumentó sus créditos en 2017 cerca de un 11%, lo que supone 675 millones de euros.

Con estas cifras, resulta complicado ser optimista y pensar que es posible, si no eliminar, sí contener al menos el capitalismo. Ha dominado casi por completo a la sociedad y las grietas que l@s antisistemas consiguen abrir no logran resquebrajar los pilares de este modelo tan destructivo. Tan atravesado está este mundo por el capitalismo, que uno ha de escuchar con tristeza cómo representantes de la ONU lo alaban indicando que éste trajo prosperidad, cuando en realidad si uno coloca en listas paralelas pros y contras podrá comprobar cómo los puntos negativos son de mucho mayor calado.

No caigan en ese consumismo compulsivo y sin sentido, no continúen haciendo negocio con el hogar de las personas, porque más pronto que tarde, volverán a ver cómo otra burbuja explota en sus narices, llevándose por delante a quién sabe cuántas personas más.

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