El último borrador de reforma laboral presentado por el ministerio de Trabajo recupera aquella práctica de fichar en el trabajo... y a la CEOE, claro está, no le agrada, acostumbrado como está el empresariado a, incluso cuando se ficha, hacerlo a la entrada pero no a la salida.
La reforma que prepara el Gobierno contempla que todas las personas trabajadoras fichen al entrar y al salir, para así poder computar las horas totales trabajadas, tanto las contempladas en su contrato como las extras, que en el caso de España se van por el sumidero.
De este cómputo de horas, no sólo será informado puntualmente cada un@ de l@s trabajador@s, sino también sus representantes sindicales. Imaginen cómo andan por los pasillos de la CEOE: de los nervios. Más aún porque en caso de incumplimiento de esta ley, las sanciones que se impondrán se abordarán persona a persona, lo que en grandes empresas como much@s emplead@s puede suponer multas millonarias.
Hace demasiados años que en España las horas extras se han convertido en trabajos forzosos: o cumples o te despido. Los datos oficiales del INE (los oficiosos disparan ese porcentaje), revelan que casi la mitad de las horas extras que se realizan en España no se pagan en modo alguno, ni con salario ni con descanso. Nada. Sólo en el primer trimestre de este año, el impago de más de 3 millones horas extras alcanzó la cifra astronómica de más de 60 millones de euros en salarios a la semana. Otra cifra mágica para la CEOE: con ese impago de horas extras se podrían haber creado casi 75.000 puestos de trabajo a tiempo completo.
Para la clase empresarial, siempre resulta más económico exprimir a sus trabajador@s con trabajos forzosos sin remunerar que ampliar su plantilla. Históricamente ha sido así. Si de nuevo nos remitimos a los datos oficiales, a los que se les escapa demasiadas tropelías empresariales, desde que arrancó la crisis/estafa el empresariado ha abusado aún más de estas malas prácticas. En 2016, existía tanto trabajo extraordinario sin remunerar como en 2008. ¿Cuál es la diferencia? Que en 2016 existían dos millones menos de asalariados.
Así las cosas, todas las medidas que contribuyan a que el empresariado no mantenga a la clase obrera en este régimen de explotación laboral siempre serán bienvenidas. Obviamente, habrá que hilar muy fino con ciertas peculiaridades, como es el caso de quienes desempeñan teletrabajo o realizan una actividad eminentemente comercial y casi no pisan su puesto de trabajo. Sin embargo, incluso en esos casos existe tecnología suficiente (y barata) para poder realizar el registro de jornada que recoge este borrador de Trabajo.
¿Con que otra cosa tendrá que tener un cuidado exquisito el Gobierno e Inspección de Trabajo? Con que esta nueva reforma no dispare, aún más, el número de falsos autónomos del que ya abusan un elevadísimo porcentaje de empresas. Y recuerden, que nosotr@s, como clase obrera, tenemos el poder de denunciar (anónimamente, si se prefiere), cualquiera de estos abusos generalizados. Denuncien. Ya.