El decreto en materia de alquiler no prosperó y hoy todas las tintas cargan contra Unidos Podemos (tiende olvidarse al resto de formaciones que, además de Podemos, conforman este grupo parlamentario). ¿Debería haber votado a favor a pesar de que la problemática del acceso a la vivienda no se resuelve con las medidas propuestas por el PSOE?
El real decreto mantenía a la ciudadanía a los pies de los caballos de las codicia de las personas arrendatarias. No atacaba la raíz del problema, lo que realmente está impidiendo el acceso a una vivienda digna y ha multiplicado los desahucios por alquiler superando ya a los hipotecarios. No lo hacía, simplemente, parcheaba. Al PSOE le faltó coraje, ocultando su cobardía con el argumento de que incluir en el decreto la limitación de los precios máximos de alquiler nunca habría permitido que éste saliera adelante.
Si los socialistas únicamente van a legislar lo que son capaces de sacar adelante en el Congreso es mejor que escuchen a Casado y Rivera y convoquen elecciones. Del mismo modo que uno puede estudiar para aprobar o para aprender, uno puede legislar para la ciudadanía o para el Congreso. Ayer el PSOE intentó lo segundo y le salió mal.
Hoy ya he escuchado y leído voces que critican la inflexibilidad de Unidos Podemos por no haber dado luz verde a este real decreto insuficiente con el horizonte de más adelante regular también el precio de los alquileres. Sin embargo, ¿es fiable el PSOE? Desde hace décadas, el gusto de los socialistas por el capital, por los empresarios y la iniciativa privada es innegable, por mucho que intenten aferrarse a sus siglas, a su pasado de lucha con la clase obrera.
Para muestra, un botón: los sindicatos confiaron en el gobierno de Pedro Sánchez para darle la vuelta a la deleznable reforma laboral del PP -aun peor que la que el PSOE había aprobado previamente-. ¿Qué ha sucedido desde junio del año pasado cuando prosperó la moción de censura? Nada. Antes de iniciar 2019 tenían que haberse derogado aspectos como la ultraactividad de los convenios colectivos o lavinculación del contrato de obra o servicio determinado de la realización de trabajos en contratas, subcontratas o concesiones administrativas, entre otros. Todo sigue igual.
Al PSOE le tiemblan las canillas cada vez que tiene que levantar la voz al sector privado. La voracidad del mercado de alquiler, el temor a que la derecha y la ultraderecha entonaran el falso discurso -pero que cala en las masas aborregadas- de que los rojos vienen a tocar la propiedad privada ha podido con el partido socialista. Mientras, las ciudades se convierten en parques temáticos, lugares antipáticos para vivir y, como recuerda mi amigo, el poeta Rafael Ávila, una llaga abierta cuando recuerda lo poco que queda de la Málaga de su infancia:
Cómo andar la ciudad
si cada esquina
es una llaga abierta,
un agravio al recuerdo
de lugares y seres
que fueron el paisaje
donde crecimos.
Cómo andar la ciudad
si cada calle
es lanza, flecha
y cada plaza
es un desierto
que grita ausencias
de aquellos que pusieron
su nombre junto al nuestro
en la memoria.
Aunque la amamos
se nos ha vuelto extraña
la ciudad que nos hizo
ser como somos,
amantes de los parques, las esquinas
las calles, los puertos,
las plazas, los amigos.
Aunque la amamos
y envejecimos juntos,
más que hacerla nuestra,
la cubrió nuestro olvido.