"El país de Don Quijote, gracias a la monarquía de los Borbones, se ha convertido en el asno de Sancho Panza: glotón, cobarde, servil, incapaz de ninguna idea que exista más allá de los bordes de su pesebre". La frase no es mía, sino del maestro Blasco Ibáñez. A partir de ahora, nos sacudimos a un Borbón de la espalda... al menos y aunque se siga pegando la vida padre, el emérito podría ver rebajado su sueldo de casi 200.000 euros: cinco años después de su abdicación, por fin se retira de verdad.
Nunca fue un tipo especialmente vivaz y ello se ha trasladado al tiempo que ha precisado para abdicar como es debido. Un lustro le ha hecho falta para darse cuenta que era más 'quiero y no puedo' que nunca, un jefe de Estado a medio gas que, sin embargo, se aprovecha de las arcas públicas como el que más. Toros, misas, fútbol... a razón de más de 8.000 euros por acto... Ese ha sido su servicio a España en los últimos años... imaginen cuando tenía el cheque en blanco de la Corona. Bueno, no se lo tienen que imaginar: tenemos las grabaciones de Villarejo que ni PP, ni PSOE ni Cs han querido investigar a pesar de que apuntan a un gravísimo caso de supuesta corrupción.
Puede estar orgulloso, sin embargo, porque como buen Borbón, ha sabido trasladar los valores de la estirpe a su heredero, Felipe VI. El actual rey hace tiempo que lleva desaparecido, con excepciones como su visita a Nápoles con himno franquista incluido. Ya va con retraso con su ronda de consultas que, debería anunciarse esta misma semana, pues las Cámaras ya están constituidas y pasó la cita electoral del 26 de mayo... pero él ni mú. Andará preparando ya los bártulos para irse a Palma de Mallorca, que anda estresado el tipo.
Este 'aborbonamiento' del Estado cada vez resulta más pretérito, por no decir insultante. En esta nueva legislatura, PSOE y Unidas Podemos (esté o no en gobierno), no deberían dejar pasar la oportunidad para meterle mano a la Constitución, para convocar de una vez por todas un referéndum sobre el modelo de Estado, dado que Felipe VI jamás ha tenido la honestidad de poner su cargo a disposición de la ciudadanía, que es la única que debería tener el poder de ratificarlo o expulsarlo del Palacio de la Zarzuela. Disponer de más de ocho millones de euros sólo por tu apellido es algo que no se debería permitir ninguna democracia real... salvo de un país asno de Sancho Panza, claro.