Posos de anarquía

La verdad sobre la gestión del ébola respecto a la del coronavirus

La verdad sobre la gestión del ébola respecto a la del coronavirus
Sesión plenaria en el Congreso en 2014.

Las comparaciones que se están haciendo de las crisis del ébola en 2014 y la del coronavirus en 2020 comienzan a desprender un tufo cada vez más insoportable por lo falaz de las mismas. Ni la oposición entonces pidió la dimisión de Rajoy ni la respuesta por parte del Gobierno del PP puede compararse a la del tándem PSOE-Unidas Podemos.

La memoria es frágil y selectiva; con ello juega la derecha y su hinchada que, conscientes de que son pocas las personas que rebuscan en la hemeroteca, lanzan bulos para justificar la continua deslealtad que están desplegando durante la gestión del Covid-19.

La verdad sobre la gestión del ébola respecto a la del coronavirus
Uno de los numerosos bulos que circulan por redes sociales: ni Sánchez o Iglesias pidieron la dimisión de Rajoy, ni le llamaron asesino ni hubo cero muertos por ébola en España.

Es cierto que en 2014 se exigieron responsabilidades políticas al Gobierno, pero no a Rajoy, sino a la ministra de Sanidad, Ana Mato. ¿Cuáles fueron los motivos? La falta de transparencia fue una de las principales causas. Mato, que por aquel entonces y como recordaba ABC -que no es sospechoso de comunista- ya había evidenciado su ceguera para ver un Jaguar aparacado a la puerta de su casa (condenada a título lucrativo por la trama Gürtel), ha pasado a la historia por ser la ministra de Sanidad que menos ruedas de prensa ha convocado, a pesar de haber tenido que gestionar una crisis sanitaria como la del ébola.

Dos fueron los muertos en España (los de misioneros expatriados, Miguel Pajares y Manuel García Viejo) y no cero fallecidos, como andan esparciendo los bulos. La falta de liderazgo de Mato en aquella crisis se evidenció desde el principio, incapaz de responder a las preguntas en aquella rueda de prensa para hablar del primer contagio en Europa (la auxiliar Teresa Romero) en la que se rodeó de gente para ir repartiendo juego y que respondieran por ella. Tras aquella comparecencia, el grueso de la oposición, desde el PSOE a PNV pasando por UPyD, reclamaron más luz sobre los hechos.

 

En su lugar, lo que hizo el PP fue culpar a la sanitaria. El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, en vez de defender a l@s profesionales sanitari@s, acusó a Romero de haber podido mentir sobre el control de su temperatura. No quedó ahí la cosa, también dudó de la capacidad intelectual del personal de hospital para aprender a ponerse un EPI (Equipo de Protección Indivoidual) que, a su modo de ver, era sencillo.

Incluso si hubiera sido así, desde que alertara de su fibre y fatiga tras haber tratado a uno de los misioneros fallecidos (García Viejo), hasta que fue ingresada en un hospital pasó una semana. Entremedias, ni confinamiento ni medidas de aislamiento y sí trato regular con pareja y vecin@s, visita al centro de salud y de médicos del SUMMA sin protección el mismo día que se procedió al ingreso. El despropósito se amplificaría después de saber que tanto Romero como el médico que la atendía en el hospital se enteraron por la prensa del resultado del segundo análisis que también daba positivo en ébola.

Algo parecía que no se había hecho bien y Mato dejó a su personal subordinado dando la cara por ella. La cosa no iba a mejorar: cuatro días después de que Romero, la primera infectada de ébola en Europa ingresara en el hospital, la ministra fue preguntada por el estado de su salud: "Lo que podemos decir es lo que sabemos por los medios comunicación, no sabemos más". Esa fue su respuesta. El propio Gobierno perdería la fe en ella, como se evidenciaba del hecho de que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, desplazara a Mato, dejándola en un segundo plano y asumiendo ella la presidencia del comité para gestionar la crisis.

La verdad sobre la gestión del ébola respecto a la del coronavirus
Tuit de Pedro Sánchez reclamando la comparecencia de Rajoy una semana después de que ingresara Teresa Romero.

Con todo este panorama y ante el temor de un virus que en algunos países africanos había causado más de 2.000 muertes, los mayores ataques por parte de Pedro Sánchez se encaminaron a exigir información que no llegaba. En el Congreso pidió al Gobierno "transparencia", "claridad" e "información diaria", algo que en la crisis del coronavirus parece estar haciéndose. Sin embargo, si costó que Mato compareciera en el el Congreso, la de Rajoy tampoco fue una rendición de cuentas sencilla, como se desprende de las solicitudes de Sánchez en diversos medios más de una semana después del ingreso de Romero.

Mención especial, por lo curioso del asunto, es cómo, en lugar de difundir por redes sociales bulos como hace el líder de la extrema-derecha Santiago Abascal, Sánchez retuiteaba columnas del que, sin saberlo entonces, sería hoy su ministro de Universidades, Manuel Castells, en el que reclamaba entre otras medidas que "la burocracia o la política no se entrometan en cuestiones de vida y muerte".

Respecto a Pablo Iglesias, éste arremetió contra los recortes en Sanidad -de los que parece que el PP no escarmentaría-. En uno de sus tuits de 2014 aseguraba el entonces líder de Podemos que "el caso del ébola es una muestra del coste que tienen los recortes y de la incompetencia del gobierno. Hay responsables, que den la cara". ¿Qué justificación tenía para afirmar tal cosa? Por citar un ejemplo: En plena crisis del ébola, la Comunidad de Madrid avanzaba en sus recortes bajo el eufemismo de "Plan de Sostenibilidad del Sistema Sanitario" publicaba en su Boletín Oficial el desmantelamiento del Hospital Carlos III, que era el hospital de referencia para enfermedades tropicales y contagiosas, para convertirlo en un centro de media y larga estancia. Hoy, créanme, suena tan esperpéntico como entonces, cuando el propio personal sanitario aseguraba que es "absolutamente inadmisible y fuera de toda lógica [...]  máxime cuando estamos atravesando una crítica situación de alarma social y profesional producida por el contagio del ébola y por la pésima gestión realizada por las autoridades sanitarias".

Es una pena que no se cumpliera la visión que casi un año después de la crisis del ébola hacía el presidente de la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid(AFEM), Tomás Gómez, en declaraciones a TVE: la administración "se está dando cuenta de lo importante de mantener el nivel de calidad de la sanidad en general" y que hay que "tener mucho cuidado con los recortes" en Sanidad, añadiendo que "pueden ser peligrosos para la salud de algunas personas", por lo que antes de hacerlos hay que "tener en cuenta el criterio de los profesionales".

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