Posos de anarquía

Las ratas en un naufragio

Las ratas en un naufragioSi usted tiene dificultades para conciliar el sueño, le recomiendo la lectura del manifiesto de apoyo al rey emérito autodesterrado que suscriben diversos exministros y altos cargos del PP y el PSOE. Caerá como un plomo, sumiéndose en un sueño tan profundo que le costará despertar tanto como las personas firmantes de ese texto, que aún sufren de ensoñaciones de una Transición cuyas bonanzas continúan exagerando porque, en parte, mamaron de su teta a dos carrillos.

Alfonso Guerra, Celestino Corbacho, Matilde Fernández, Cristina Alberdi, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Jaime Mayor Oreja, Josep Piqué, Eduardo Serra, Pío Cabanillas, Rafael Catalá, José Ignacio Wert, Esperanza Aguirre... son sólo algunas de las viejas glorias que firman un manifiesto repleto de topicazos y argumentos manidos hasta la saciedad para defender a Juan Carlos I, comenzando por "la bien llamada Transición", que no debió de propiciar "la reconciliación entre los españoles y un gran acuerdo nacional", como indica el texto, cuando continúa armándose tremendo revuelo cuando las familias de personas desaparecidas quieren recuperar de las fosas comunes los cuerpos de sus seres queridos.

El documento tiene tanta fe en que la justicia es igual para todos como en que el Borbón es inocente. Incluso asumiendo la presunción de inocencia, lo que son hechos no sólo probados sino reconocidos por el mismo monarca es que eludió el pago de impuestos derivando su fortuna a paraísos fiscales mediante una Fundación que provocó que su propio hijo renunciara a la herencia; algo, por otro lado, que no puede hacer hasta que su padre haya fallecido, es decir, otro movimiento estético para ocultar la inacción de Casa Real.

La lista de vaguedades contenidas en el manifiesto para elogiar el aporte de Juan Carlos I a la democracia, sin concretar hechos específicos, no consiguen borrar un hecho incontestable: el Borbón ha huído, ha optado por el autodestierro cobarde, opaco y que, sólo en la seguridad que requiere, le cuesta al erario español una fortuna justo cuando más falta hace el dinero. Las ratas huyen cuando el barco se hunde.

Tan inteligentes y letrad@s que se creen los firmantes, parecen no darse cuenta de que atribuir a Juan Carlos I el papel de baluarte de la democracia es absolutamente incompatible cuando a la hora de defender su presunción de inocencia opta por fugarse a un régimen dictatorial, máximo exponente de la desigualdad y la violación de Derechos Humanos. Ese es su ejemplo de demócrata, el mismo que la ciudadanía republicana despreciamos.

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