Quién nos iba a decir que en pleno confinamiento, en un de los momentos más graves de la primera ola del coronavirus en España íbamos a vivir uno de los días más felices en los últimos 35 años. Fue el pasado 6 de mayo, cuando absolutamente todos los CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) cerraban sus puertas dejando libres a personas que nunca debieron estar encerradas. Hoy, por el contrario, recibimos la mala noticia de que Interior los reabre de inmediato, a pesar del evidente foco de contagio que representan estas instalaciones de régimen carcelario y sistemáticas violaciones de los Derechos Humanos.
Aquellos que todavía creen que Felipe González hubo un tiempo en que fue socialista deberían hacer un repaso a su biografía quitando los filtros de rosas y, si se aplican, dejando las espinas, pues es a él a quien debemos que se encierre en régimen penitenciario a personas por una mera falta administrativa. Fue en 1985 y él, en esencia, es el origen de que hoy en España circulen descerebrados y descerebradas, como esta misma semana en el Congreso, hablando de "inmigrantes ilegales", cuando ni siquiera nuestro mejorable ordenamiento jurídico contempla ese término. Además de la baja preparación de diputadas como Teresa López (VOX), los hechos vividos en el Congreso delatan su profunda xenofobia y racismo.
Así pues, que vuelva a ser un gobierno liderado por el PSOE el que no se haya dado cuenta de lo prescindibles que son los CIE no debería sorprender a nadie, como tampoco que cuando electoralismo y DDHH se cruzan, siempre son éstos últimos los que salen perdiendo. Quien crea que las condiciones de estas cárceles encubiertas han mejorado sustancialmente para que no vuelvan a convertirse en foco de contagio para las personas inocentes allí hacinadas y sea un juez el que tega que decretar el desalojo es que o es más ingenuo de lo que cree o algo mucho peor como, por ejemplo, que desea quitarse de en medio a personas en situación vulnerable.
Aunque sea recomendable, no hace falta leer el revelador informe Diez años mirando para otro lado, del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), para darse cuenta de lo que realmente sucede. Puede repasar la larga lista de casos como el de Marouane Abouobaida, el joven marroquí de 23 años cuyo suicio en el CIE de Zapadores (València) continúa sin esclarecerse.
Como decía al principio, hoy es un día triste, muy triste, porque el Gobierno de España vuelve a pegar otra patada a los DDHH más esenciales, porque vuelve a faltar a su palabra y sí, deja a personas atrás para ser ellos quienes toman impulso. Ojalá sea para pegarse un resbalón, ojalá esta vez seamos capaces de parar esta sinrazón que criminaliza a personas inocentes por su propia necesidad. Ojalá esta vez se deje de mirar para otro lado.