La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), pretende estrenar hoy su última tragicomedia: el hospital de epidemias Isabel Zendal. Ansiosa por pasearse por la alfombra roja, los focos y los flashes, la última obra de la popular no ha cosechado ni una sola buena crítca hasta el momento, barruntando un batacazo de taquilla (electoral).
Tras su ópera prima El perro Pecas, Ayuso vuelve a las salas con su hospital Isabel Zendal, en la que lo ha querido dar todo, dirigiendo, escribiendo el guión y produciendo el largometraje. Convencida de merecer el Óscar, la presidenta de Madrid se muestra orgullosa de la que cree su obra maestra.
Sin embargo y tal como se ha encargado de revelar el grueso de las críticas, esta tragicomedia hace aguas por los cuatro costados. La precipitación con que ha sido rodada ha terminado por colocar decorados de cartón piedra que no consiguen dar el pego; ni siquiera los efectos especiales digitales consiguen engañar al espectador, que ve con asombro una escenografía a medio hacer.
Asimismo, el reparto es lo que se lleva la peor parte, no tanto por su pobre calidad, sino porque ni siquiera se realizó el casting. Sencillamente, no hay actores ni actrices. Falta de financiación por haber dilapidado la subvención del Gobierno central en otros menesteres, Ayuso renunció a realizar el casting, pidiendo voluntarios y voluntarias que habrían de dejar sus actuales puestos de trabajo para embarcarse en esta macroproducción en la que continúan faltando cerca de 600 profesionales. Soñó, quizás, que entre alguno de los carpinteros del decorado encontraría a su Harrison Ford, pero no ha sido el caso.
Con este panorama, Ayuso llega hoy a sus pantallas, pretendiedo hacer pasar una película de serie B en una obra maestra del séptimo arte. Ella está segura de que será el taquillazo navideño, ajena a que el público ya no saca entrada para cualquier bodrio, y este lo es. Vaya sí lo es.