Era algo esperado, toda la lógica llevaba a pensar que sucedería; ha sorprendido, quizás, que la decisión se haya dilatado tanto en el tiempo: Ignacio Sánchez Galán, el presidente de Iberdrola, tendrá que sentarse en el banquillo como investigado en el caso Tamden. El juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón imputa a éste y otros directivos de la eléctrica por supuestamente haber espiado entre otros a Florentino Pérez, presidente de ACS, contratando para ello al comisario jubilado José Manuel Villarejo.
Corría el año 2019 y mi compañera Patrica López destapaba los pagos de Iberdrola a Villarejo cuando éste todavía estaba en activo en el Cuerpo Nacional de Policía. Los trabajos por los que se pagó 116.000 euros al entonces comisario se remontan al año 2004 y no fueron negados por la eléctrica. De primeras, ya huele mal el hecho de que la segunda mayor empresa española por capitalización bursátil contrate a un cargo policial para trabajos que es ilegal que compatibilice con su actividad policial. Si además estos pagos a CENYT (Club Exclusivo de Negocios y Transacciones), la compañía de Villarejo, se extienden hasta 2017, sugiere un comportamiento reiterado extremadamente inquietante. 17 facturas que superan el millón de euros y destilan un tufo mafioso investigando, incluso, a ecologistas que se oponían a la construcción de una central térmica en Arcos de la Frontera (Cádiz). Aquellas investigaciones se ampliarían a un juez, a miembros del comité de empresa de la central nuclear de Cofrentes o a un accionista crítico con la gestión de la empresa. La cosa nostra a la española.
Ahora, el titular del juzgado central de Instrucción número 6 acepta la petición de la Fiscalía Anticorrupción e imputa a Sánchez Galán por delito continuado de cohecho activo, contra la intimidad y falsedad en documento mercantil. El escándalo debería ser mayúsculo, más aún considerando el impacto que tienen las eléctricas en la ciudadanía. Tal y como refleja el auto de 22 páginas, Iberdrola habría abonado más de un millón de euros a CENYT entre 2004 y 2012 en quince facturas en las que ni siquiera aparece pedido alguno.
La noticia debería correr como la pólvora, estar en boca no sólo de nuestra clase política en bloque, sino también de la ciudadanía. El mismo directivo que se embolsa anualmente más de 12 millones de euros y preside la eléctrica con más filiales -casi una veintena- en paraísos fiscales, se permite el lujo de sacudirse la abusiva subida del precio de la luz asegurando que la máxima beneficiaria de ella es la Hacienda Pública. Ahora, la citación para sentarse en el banquillo pone en duda las prácticas de Iberdrola para obtener sus beneficios millonarios.
Quizás ustedes ya ni se acuerden, pero hace siete años esta eléctrica lanzó una deleznable campaña publicitaria para lavar su imagen en la que aparecía una pensionista, pequeña accionista de la compañía, asegurando cuánto necesitaba el dividendo para llegar a fin de mes. Pues ayer, con la imputación de Sánchez Galán, Iberdrola sufrió en Bolsa una caída del 3,56%, la mayor caída desde que se desplomó por el coronavirus, convirtiéndose en el segundo peor valor del Ibex solo por detrás de Solaria. Quién se lo iba a decir a Sánchez Galán que, viéndose acorralado, un día antes de su citación como investigado pidió al propio juez su comparecencia soñando con un estatus de mero testigo eludiendo la imputación. Sánchez Galán ha cortocircuitado.
Cuando se siente en el banquillo, su declaración no diferirá mucho de lo expuesto en una nota enviada a una nota a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Sin embargo, lo revelado alrededor de este caso conduce a prácticas de espionaje a políticos, rivales y todo aquel que se opusiera a los intereses de Iberdrola. Por si esto no fuera poco, hace un año aproximadamente, la eléctrica anunciaba el fichaje del exdirector del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán, como miembro de uno de sus órganos asesores. ¿Qué puede aportar este militar, ex jefe de los espías españoles, al negocio de Iberdrola? ¿Con qué propósito fue fichado? Como poco, inquieta.