Posos de anarquía

Olona contra España

Olona contra España
Macarena Olona durante la sesión de control del pasado miércoles. - J.J. Guillén / EFE

La sesión del control al Gobierno de ayer no sólo reveló, una vez más, por qué Margarita Robles es la ministra favorita de la derecha y extrema-derecha, sino lo temible que es que Macarena Olona acaricie el poder. La candidata de Vox a la Junta de Andalucía no sólo justificó el Catalangate, sino que la presunta vulneración del Estado de Derecho se le antojó escasa para lo que a sus ojos merece el independentismo catalán.

"Líderes independentistas catalanes supuestamente espiados por los servicios de inteligencia españoles, ¿dónde está el problema, que les han espiado? Poco, poco les han espiado". Con estas palabras la diputada de Vox nos devolvía, una vez más, a la dictadura de Franco, cuando el Servicio Central de Documentación (SECED), génesis del CESID y posteriormente del CNI, tenía licencia para pinchar teléfonos sin orden judicial.

Cuando se habla de Olona no es posible hablar de rasero moral o democrático porque, sencillamente, éste no existe. Eso explica que la diputada de extrema-derecha justifique cualquier medida contra quienes considera "una amenaza para el Estado español" y considere que éste "está obligado a defenderse". Palabras, y esto es muy inquietante y habría de ser objeto de otra columna dedicada, muy parecidas a las de la ministra Robles.

No es que se equivoque Olona al considerar que el espionaje debería haber sido más intensivo contra quienes quisieron preguntar a su pueblo si deseaban la independencia y se les privó de tal consulta, es que esa es su hoja de ruta, la del todo vale contra quienes pone en su punto de mira como enemigos.

Ese parecer es el que nos sumergió, ya en plena democracia, en una época oscura de vergonzoso terrorismo de Estado durante los gobiernos socialistas de Felipe González, cuando los GAL se tomaron la justicia por su mano contra quienes ellos y no los tribunales imputaban crímenes de ETA. Es el mismo por el que Europa nos advierte cada año que la tortura sigue presente en nuestras cárceles.

Olona y Vox suponen otra vuelta de tuerca en esa ofensa democrática, en esa violación de las libertades civiles. La más que previsible futura vicepresidenta de la Junta de Andalucía -salvo la improbable movilización del electorado de izquierda andaluz- crea su propia verdad al margen de la legalidad. Es lo que hace cuando se muestra amiga de una barra libre de espionaje con Pegasus sin orden judicial, cuando insiste en hablar de golpe de Estado de los nacionalistas catalanes cuando los tribunales ni siquiera le han dado entidad de rebelión.

No es que nos cogiera por sorpresa, pero Olona se mostró ayer como un peligro público, una verdadera amenaza para la democracia y la convivencia en libertad. Habrá quienes, como sucedió con los GAL, aplaudan este 'todo vale' contra los considerados enemigos de España y se equivocarán tanto como quienes un día aplaudieron con Franco su Organización Contrasubversiva Nacional (OCN) y terminaron siendo apaleados por los grises.

El peligro de Olona y los de su calaña es que carecen de moral más allá de sus métodos antidemocráticos, que aplican indistintamente a unos y otros según varía el viento de sus intereses y quien hoy es aliado, mañana es enemigo y correrá un fatal destino. Olona es un riesgo para esta democracia, una patriota impostada que, en realidad, está contra España tal y como nos esforzamos por construirla tras la dictadura. Andalucía, avisada está.

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