Posos de anarquía

FiSahara, una resistencia de película

FiSahara, una resistencia de película
Proyección de FiSahara en una de sus ediciones anteriores. - Carlos Cazurro

Embarcamos hoy martes hacia Ausserd, el campamento de población refugiada donde se celebra este año la XVII edición de FiSahara (Festival Internacional de Cine del Sáhara). Este festival, que junto con la Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saleh que creó en 2011 en el campamento de Bojador acaba de ser reconocida por la Academia de Cine con el Premio González Sinde 2022 a su labor social, no desfallece a la cantidad de obstáculos con los que se topa en su camino. La lucha por el pueblo saharaui bien lo merece.

Durante estos casi 20 años desde que naciera FiSahara, el cine español ha sido uno de sus grandes pilares. Lo volverá a ser este año, con la presencia de la actriz Itziar Ituño, el actor Guillermo Toledo o directores como Arturo Dueñas, entre otros. Este apoyo incondicional del mundo de la cultura y muy especialmente del séptimo arte, con Pilar Bardem como su gran matriarca –sin olvidar a otras grandes como Rosa María Sardá-, es clave para seguir en esta trinchera infinita en que se ha convertido la causa saharaui.

Vivir es fácil con los ojos cerrados, pero cuando lo que está en juego son las vidas de cientos de miles de personas a las que se ha arrebatado su patria, FiSahara se resiste a ello. El pueblo saharaui no puede ir mar adentro porque, sencillamente, Marruecos ha invadido ilegalmente su tierra, el Sáhara Occidental, tratando de cometer un genocidio desde hace medio siglo, primero el infame Hassan II y, posteriormente, su hijo Mohamed VI. El último giro en política exterior que ha impuesto Pedro Sánchez, sin el aval ni del Congreso ni del Consejo de Ministros, le dibuja sumiso ante su buen patrón, el dictador alauita que terminará volviéndose en su contra porque, como todo el mundo saber, cría cuervos...

Mohamed VI, Sánchez, Albares... ni santos ni inocentes, pues con ese espíritu dócil de bienvenido, Míster Marshall, han terminado por convertirse en el verdugo de todo un pueblo. Lejos de resignarse, de entonar el qué he hecho yo para merecer esto, el pueblo saharaui planta cara; lleva haciéndolo durante casi medio siglo y, si bien es cierto que una parte de la comunidad internacional mira en dirección opuesta, otra se suma y respalda lo que, a fin de cuentas, no es más que cumplir con el Derecho Internacional.

España perdió el norte cuando obvió el sur, cuando la asignatura pendiente que aún tiene de descolonizar la última colonia de África, esto es, el Sáhara Occidental, se lo dejó a los otros. Esa actitud irresponsable, mezquina incluso, ha propiciado que Mohamed VI pretenda arrasar con todo un pueblo como un torrente, mientras a ojos de quienes han pasado por La Moncloa, ya fuera PSOE o PP, nunca pasa nada. Si tuvieran un mínimo de respeto por los Derechos Humanos, su propia conciencia les exigiría a gritos abre los ojos.

La fortaleza, paciencia, honestidad y dignidad del pueblo saharaui están fuera de dudas. Sabe que tiene la justicia de su lado, que su causa no es un viaje a ninguna parte, que algún día podrá volver a su patria. Con ese espíritu, quienes formamos parte de la familia FiSahara, en los campamentos del desierto argelino y aquí, nunca desfallecemos, sentimos esa fuerza que nos da nuestro querido cine español con el que sabemos que lo que para algunas personas parece lo imposible, en realidad está más cerca. Amanece que no es poco y cada día nos sentimos más fuertes.

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