Posos de anarquía

La fiesta se torna infierno para Feijóo

Alberto Núñez Feijóo y el expresidente del Gobierno de España José María Aznar a su salida de la clausura el Campus FAES 2023 Europa. -JESÚS HELLÍN / Europa Press
Alberto Núñez Feijóo y el expresidente del Gobierno de España José María Aznar a su salida de la clausura el Campus FAES 2023 Europa. -JESÚS HELLÍN / Europa Press

Alberto Núñez Feijóo ha pasado de tener pesadillas con la sesión de investidura fallida del 26 de septiembre a despertar empapado en sudor frío con el acto del próximo domingo en Madrid. A punto de culminar el septiembre más largo de su vida, no debe de pasar un solo día sin que maldiga la hora en que Aznar agitara el avispero llamando, "en el contexto de la contienda democrática"  a "plantar cara" e "impedir" el proyecto del gobierno . Ahora, en su horizonte se vislumbra el mitin del 24 de septiembre donde su principal objetivo es que no brille Isabel Díaz Ayuso.

Feijóo es un hombre tranquilo y la organización de un macro acto de oposición que tira por la borda su propia investidura no entraba en sus planes. Instalado en la mentira, quiso desmarcarse de Aznar asegurando que había sido idea suya y que así lo había expuesto en la junta directiva nacional del PP, el pasado lunes 11 de septiembre. No fue así y los propios diputados y senadores del PP que estuvieron presentes en esa junta niegan que los hechos se produjeran de ese modo.

Al día siguiente Aznar marcaría el ritmo al partido con su ocurrencia y se desencadenaría todos los demonios para Feijóo, en cuyos oídos aún resuenan las aclamaciones en Génova a Ayuso la noche del 23 de julio, mientras celebraba su propia victoria electoral. El gallego no quiere revivir ese infierno el próximo domingo y está poniendo todos los medios para evitarlo. Como primera medida y a pesar de que la presidenta de Madrid es la anfitriona y su organización territorial está volcada con el evento, Ayuso estará amordazada. El plan pasa porque únicamente hablen Rajoy, Aznar y el propio Feijóo.

Ese plan no tranquiliza a Feijóo. A fin de cuentas, en la noche electoral, allí plantada de rojo mientras sus colegas iban de fiesta ibicenca, a Ayuso no le hizo falta abrir la boca para ser ovacionada por encima del presidente popular. Presumiblemente, la escena se repetirá el próximo domingo en la plaza de Felipe II de Madrid. Por eso desde Génova se ha dado orden expresa a sus gobiernos regionales de movilizar gente; fletar decenas y decenas de autobuses hacia la capital no responde únicamente al deseo de curarse en salud y que el acto sea multitudinario, sino que no sólo madrileños y madrileñas pro Ayuso llenen el espacio.


El problema, claro está, es que Ayuso es aclamada también fuera de Madrid y por eso Feijóo tiene escalofríos. El acto que nunca quiso y le 'impuso' Aznar se volverá en su contra, haciéndole sufrir más de lo que ya lo hará la investidura fallida, evidenciando su fracaso como líder y como alternativa de gobierno, incapaz de dialogar más allá de alguna formación satélite (UPN) y de la extrema derecha (Vox) escindida del propio PP.

Feijóo volverá a vivir en carnes propias el efecto Streisand, ese por el que cuanto más se trata de censurar o acallar algo, más resuena. Cuanto más se empeñe en dejar a Ayuso en la retaguardia, mayor será el impulso que tome ésta para ponerse en primera fila, sin abrir la boca y con su mira sociópata, jaleada por la turba popular.

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