Al ver las imágenes de Soraya y Cospedal con su mantilla y su peineta, tan españolas ellas, recordé esa escena genial de Amanece que no es poco en que el alcalde, un impagable Rafael Alonso, conminaba al pueblo desde el balcón a que volvieran a los tiempos de la posguerra con un esfuerzo mental que acababa con varios exilios involuntarios a Alemania: "Venga, todos a hacer flashback. Haced flashback, haced flasback".
En el flashback sociológico que estamos padeciendo a marchas forzadas, Soraya y Cospedal se han metido de rondón en un cuadro de Julio Romero de Torres pero con el erotismo bajo mínimos, más bien con un aire a las hermanas Hurtado cuando se vestían de tacañonas en el Un, dos, tres. La posguerra ya ha quedado atrás, rebasada por los desvelos de un gobierno que ha abandonado el modelo franquista por blandengue y obsoleto, que hasta se preocupaba de los pobres en las fiestas de guardar y les construía escuelas y hospitales cuando le daba por ahí.
Juan de Ávila ha tardado cuatro siglos en sacarse el doctorado en el Vaticano, no está nada mal teniendo en cuenta que en esta ilustre academia del saber no aprobaron a Galileo hasta anteayer, cuando cayeron en la cuenta de que sí, de que la Tierra no es el centro del universo y de que a lo mejor es redonda. Juan de Ávila era un sabio que fomentaba la educación y ayudaba a los niños, una tarea imposible de llevar a cabo hoy día, cuando hay tantos colegios públicos y tantos niños capaces de escribir de oído, pero para eso está el PP, para que los santos empiecen a educar de cero a base de milagros.
Peregrina como ella sola, aunque sólo de ideas, Cospedal ha dado un salto aéreo a Roma y a la Contrarreforma vestida igual que algunas pinturas negras de Goya, para ir haciendo juego con su gestión decimonónica. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia para elucidar si su doctrina de dejar morir a los emigrantes sin papeles a las puertas de los hospitales de Castilla La Mancha es más de Cristo o más de Gengis Khan. Cospedal y Soraya se han ido de curas para dar ejemplo, no como esas jóvenes alocadas que van a una despedida de soltera a ver cómo un señor se despelota y terminan la noche con el tanga en los tobillos. A falta de gigolós, Cospedal ya tiene cuarenta y un asesores nombrados a dedo sólo para que le hagan un estriptís de ocurrencias, como ésta de marcharse a Roma para la canonización de un sabio del siglo XVI mientras, en España, los sabios y doctores del XXI emigran a Alemania a hacer flashback.
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