Punto de Fisión

Parador nacional de Cuenca

En el Parador Nacional de Cuenca preguntaron varias veces a Mariano por el ministro Soria y su emocionante caso de amnesia regresiva, y como si le preguntan por qué llueve. En Cuenca o en cualquier otro sitio. Soria -que no Cuenca- autorizó a la fiscalía a que se investigara sobre la sociedad que el bufete panameño Mossack Fonseca tenía abierta a su nombre y el de su hermano, aunque tendría que haber dado permiso también a Mulder y Scully, a Iker Jiménez y a los parapsicólogos de Cuarto Milenio. El modo en que va aflorando la firma del ministro en documentos de lo más sospechoso da para un expediente X de diez capítulos con notas a pie de página sobre las caras de Bélmez.

En menudas manos hemos confiado el país: la gente del PP no tiene la menor idea de dónde guarda su propio dinero como para fiarse de que sepan dónde va a parar el nuestro. A ver si en vez de pagar la deuda vamos a estar financiando una verbena. El otro día nos enteramos por pura chiripa que un célebre inspector de Hacienda llamado José María Aznar ni siquiera sabe rellenar la declaración de Hacienda. Resulta conmovedora la fe de los votantes en estos gestores a los que les brotan deportivos en el garaje y los ceros les crecen siempre a la derecha. Hace tres días despidieron al informático jefe de Génova bajo la acusación de hacker, cuando la última vez que este hombre borró unos discos duros lo hizo a hostias. No sería extraño que cualquier día de éstos la policía entrara por error en el sancta sanctorum del poder y se encontrara a un mandril rellenando unos papeles.

En medio de este chocho mal llamado gobierno, es lógico que el ministro de Industria, Energía y Turismo se trabuque, confunda la industria con la energía y descubra que se ha dedicado mayormente al turismo. En las explicaciones que ha ido proporcionando estos días, entre padres, hermanos y espíritu santo, sólo faltaba que saliera Venezuela en vez de Panamá para que el culebrón fuese completo. Han sonado tan poco convincentes que hasta los incondicionales de su propio partido, acostumbrados a comulgar ruedas de molino y ovnis de canto, confiesan que les han resultado un poco confusas. Por momentos Soria parecía estar haciendo un homenaje póstumo a Antonio Ozores, cuando el cómico farfullaba en varios idiomas a la vez y al final espetaba un rotundo: "¡No, hija, no!"

Puesto que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, Mariano ha decidido callarse bajo siete cerrojos. Soria ha hecho un Ozores y él un Buster Keaton. Impasible, con la misma serenidad con que respaldó anteriormente a Bárcenas, a Rato, a Rita Barberá y a Judas Iscariote, el presidente en funciones de presidente le ha prestado todo su apoyo. Lo cual quiere decir que, en el mejor de los casos, Soria ya debería estar buscando pista de aterrizaje en el barranco más próximo. Por pura casualidad, la primera vez que le preguntaron, Mariano estaba de visita en el yacimiento romano de Noheda, la Pompeya española, y ni una momia ni un fósil hubiesen enmudecido mejor que él. La última vez que le preguntaron, también por pura casualidad, estaba en el Parador Nacional de Cuenca y la respuesta fue exactamente la misma. Parador, nacional y Cuenca, tres palabras que resumen su labor de gobierno.

 

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