Punto de Fisión

Patriotismo con perdices

Instante del vídeo del cazador desnudo posando con los cuerpos de las perdices. — PACMA
Instante del vídeo del cazador desnudo posando con los cuerpos de las perdices. — PACMA

Todo el mundo sabe que ser patriota en España no consiste en procurar el bien común, trabajar por unos servicios públicos eficaces y garantizar derechos elementales para tus conciudadanos, sino en exhibir una bandera española del modo más aparatoso posible. El patriotismo es un sentimiento que se lleva dentro, pero llevarlo dentro no sirve de nada si uno no cuelga el sentimiento de un balcón o se lo ata bien a la vista a la muñeca. Hay que sacar la patria a pasear cada mañana, que le dé el aire, aplaudir con orgullo al paso de la cabra de la Legión y abuchear muy fuerte al presidente socialista de turno, por panoli. No importa no haber hecho la mili para jurar bandera frente al espejo del lavabo, lo mismo que no importa tener el domicilio fiscal en Andorra, en Suiza o en las Islas Caimán: con colgar la bandera española del balcón o llevarla tatuada en la muñeca basta y sobra.

Ahora bien, cada día está más difícil esto de ejercer de patriota a ultranza, porque lo mismo llega un chino y te abre una franquicia del Valle de los Caídos en forma de taberna en Usera que un cazador se planta en pelota picada con una perdiz atada de los cojones y se pone a gritar "¡Viva España!" El video ha sido filtrado por el partido animalista PACMA para cargar contra el colectivo de cazadores, una generalización injusta que afortunadamente no han extendido también al colectivo de patriotas. No hace falta escarbar mucho para concluir que el hombre capaz de esa escenificación cinegética no debe de estar muy bien de la azotea, pero lo que cabe preguntarse es cómo tiene permiso de armas y le dejan andar por ahí con una escopeta.

A la caza en España dedicó Miguel Delibes páginas bellísimas, aunque la diferencia entre la realidad y la literatura desemboca cada año en un perricidio colosal que se mide en miles de perros envenenados, sabuesos tiroteados y galgos ahorcados de los árboles. Una lástima que la mayoría de lectores de Delibes amantes de la caza prefieran identificarse con el señorito Iván en lugar de identificarse con Azarías. Hemingway escribió algunos de sus grandes relatos (Las nieves del Kilimanjaro, La vida corta y feliz de Francis Macomber) con el eco de sus cacerías africanas de fondo, pero la coartada del amor a la naturaleza no va muy lejos cuando concluye en un hermoso búfalo reventado a tiros o un conejo hecho pedazos de una perdigonada.

En uno de los grandes números cómicos de los Monty Python, Graham Chapman iba por la selva armado de un rifle y un lanzagranadas mientras decía muy serio a la cámara: "Me gustan los animales, por eso los mato". En otro, mucho más breve y corrosivo, un grupo de cazadores salía de un castillo inglés disparando sin ton ni son a todas partes, derribando paracaidistas al vuelo y haciendo el gilipollas. Ni siquiera a los Monty Python se les ocurrió lo de colgarse una perdiz de los cojones, quizá porque eso sólo se le ocurre a un español de pura cepa. Muchos pensamos de inmediato en Berlanga al ver las imágenes del cazador desnudo, sosteniendo una escopeta festoneada de perdices muertas y otra perdiz más balanceándose en los huevos, pero luego, al oír lo de "¡Viva España!", pensamos enseguida en el NODO. Lo va a tener jodido el chino franquista para igualar la jugada.

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