Punto de Fisión

Evangelismo latino

Evangelismo latino
Feijóo, Ayuso, Martínez-Almeida y el cantante dominicano Henry Méndez, el pasado sábado. EFE/Juan Carlos Hidalgo

El otro día me sorprendió descubrir en una marquesina una imagen de Almeida a la carrera, muy deportivo él, en pos del eslogan "Sigamos haciendo historia". En un primer momento pensé que se trataba de una caricatura, ya que sólo hay que recordar los varios periodistas que Almeida ha desgraciado a base de pelotazos en la jeta para comprender que asociar su imagen a un evento deportivo produce un efecto parecido al de colocar a Ayuso sonriendo a lado de una residencia de ancianos. Ahora bien, no se puede negar que Almeida esté haciendo historia, ya sea a base de borrar versos, de retirar placas, de talar árboles o de dejar el ayuntamiento en números rojos. Otra legislatura de Almeida y Madrid, efectivamente, podría pasar a la historia.

Este fin de semana Ayuso y Almeida se trasladaron al Parque de Paraíso, en el barrio de San Blas, para celebrar un encuentro festivo que intentaba movilizar el voto latino con vistas a las próximas elecciones municipales y autonómicas. Para calentar motores, llamaron de telonera a Yadira Maestre, una pastora evangelista de la iglesia Cristo Viene de Usera, quien invocó el amparo del cielo con el fin de que salvara a los madrileños y echara una mano a sus patrocinadores. Maestre es una de esas predicadoras del método que hablan con Dios a gritos y sanan mediante imposición de manos mediante coreografiadas pantomimas donde los paralíticos echan a andar, los enfermos se curan de repente y los crédulos firman cheques.

Decía Chesterton que cuando alguien deja de creer en Dios puede creer en cualquier cosa, pero lo cierto es que más bien sucede lo contrario. Muy desengañados debieron de regresar Ayuso y Almeida de su visita al Vaticano si, apenas una semana después de hacerse una foto con el Papa, deciden contratar directamente a la competencia con tal de arañar unos votos. De teología católica y de caridad cristiana andan los mandamases madrileños más o menos igual que de puntería con el balón o de protocolos sanitarios, aleluya.

En su desvergonzado intento de tender puentes con el electorado de América latina, Feijóo, que también estuvo presente en la fiesta, prefiere remitirse al modelo Bolsonaro y dinamitar las relaciones del Gobierno español con diversos países latinoamericanos: "Estoy muy orgulloso de no rendir pleitesía a gobernantes aprendices de autócratas y gobernantes realmente autócratas que utilizan a su pueblo para mejorar y prosperar ellos". Demostró que había leído bien los Evangelios, puesto que criticó el pecado, no los pecadores, de los cuales no dio un solo ejemplo por si luego tenía que comerse sus palabras.

Ayuso, como siempre, tiró tres pueblos más allá y aseguró que el Gobierno de coalición de Sánchez tiene vínculos con narcodictadores, una acusación arriesgada de lanzar al lado de Feijóo -que compartió durante meses con un auténtico narco viajes de placer, habitaciones de hotel, paseos en yate y hasta crema solar- y más todavía en el Parque del Paraíso de San Blas, que fue en los ochenta el paraíso de los yonquis y los vendedores de droga. Yo lo recuerdo de aquellos tiempos en que podías ir recogiendo jeringuillas entre la hierba y nunca lo había visto más parecido a mi recuerdo que con Feijóo, Ayuso y Almeida intentando bailar merengue al ritmo de El Tiburón. Daba tanta lástima verlos menearse como zombis latinos epilépticos que la pastora Maestre debería haber intentado curarlos con un milagro.

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