Punto de Fisión

Yolanda era una canción

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, durante la presentación de su candidatura de Sumar a las elecciones generales en el polideportivo Magariños de Madrid.- Víctor Lerena / EFE
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, durante la presentación de su candidatura de Sumar a las elecciones generales en el polideportivo Magariños de Madrid.- Víctor Lerena / EFE

Antes del apogeo de la actual ministra de Trabajo, Yolanda era el nombre de una canción de Pablo Milanés, la más célebre de todo su repertorio. Lo sé muy bien porque en el primer viaje que hice a Cuba -va ya para quince años- allá donde fueses aparecía un tipo con una guitarra, un combo de músicos o una muchacha con unas maracas y se ponía a tocar Yolanda. Sonaba en todas partes: en la recepción del hotel, en la piscina, en la radio del taxista que me llevaba al Vedado; la tarareaba una niña camino del Malecón, un camarero preparando un daiquirí, un viejito a la sombra fumando un habano. La verdad, soy más bien alérgico a los cantautores, sólo tolero a Silvio Rodríguez en unas pocas canciones, pero daba igual que protestaras o que dieras una propina para que se callaran: tenías que tragarte Yolanda quisieras o no, sí o sí, contra viento y marea.

Este fin de semana en España sólo se oye la canción de Yolanda Díaz en todas las televisiones, radios y periódicos; Yolanda por aquí y Yolanda por allá; Yolanda y su guerra abierta contra Pablo Iglesias; Yolanda y su desencuentros con Ione Belarra; Yolanda desamparada por Podemos, que se han cogido el cesto de las chufas; Yolanda presentando su candidatura a las elecciones generales; Yolanda abrazando a Iñigo Errejón; Yolanda aplaudiendo bajo las siglas de Sumar, que todavía no sabemos muy bien lo que es, excepto un montón de pequeños partidos y una ausencia bien gorda. Unidas Podemos cuenta hoy día con 33 diputados en el Congreso de los Diputados, el principal apoyo del Gobierno de Pedro Sánchez y la fuerza de izquierda más importante en representación parlamentaria desde los albores de la democracia. Da palo pensar que 33 era la edad de Cristo el día de su crucifixión y que, además, estamos en plena Semana Santa.

Laocoonte aseguraba que hay que desconfiar de los griegos incluso cuando traen regalos, no digamos ya si los regalos vienen envueltos en portadas de periódico. Si te llueven loas y parabienes en la prensa de derechas -hasta en el ABC y La Razón- a lo mejor es que no estás dando una a izquierdas. El PSOE lleva tiempo intentando pegar el cambiazo, luchando por domesticar el voto podemita y reconducirlo a los tiernos prados de la socialdemocracia. No hay que olvidar que, tras la cita electoral de marzo de 2019, Pedro Sánchez coqueteó con la idea de formar un Gobierno a pachas con Ciudadanos, ignorando la mano tendida por Pablo Iglesias, la cual no aceptó hasta los comicios de noviembre. Lo que intentan ahora los estrategas del PSOE es retirar de golpe el mantel morado sin que la vajilla de la coalición de izquierdas se caiga al suelo y se haga añicos. A ver si pueden culminar el birlibirloque y dejar a Yolanda Díaz de vicepresidenta a finales de año. Ojalá me equivoque, pero la hostia va a ser de órdago.

La maniobra es tan obvia que hasta en el PP se han dado cuenta. "Sumar es la marca blanca de Pedro Sánchez", ha dicho el coordinador general de los populares, Elías Bendodo, sin caer en la cuenta de que, cuando tus enemigos se están matando a base de puñaladas internas, lo mejor es callarse y observar los resultados. Desde Génova, la convocatoria de Sumar el pasado domingo debería recordar a aquel chiste de los vascos que están discutiendo y que, al darse cuenta, deciden arreglarlo a hostias. Pero tiene que ser jodido ver que toda la artillería mediática a tu disposición está cantando las hazañas de la flamante gladiadora rubia. Esto no puede ser una canción de amor. Quisiera fuera una declaración de amor. Si he de morir, quiero que sea contigo. Eternamente, Yolanda.

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