Punto de Fisión

Empanadas Feijóo

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, tras su visita a la basílica del Gran Poder, a 4 de abril de 2023, en Sevilla.- Joaquin Corchero / Europa Press
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, tras su visita a la basílica del Gran Poder, a 4 de abril de 2023, en Sevilla.- Joaquin Corchero / Europa Press

Andaba preocupado el ministro Bolaños al ver que Feijóo llevaba dos o tres días sin meter la pata, quizá guardando la solemnidad de estas fechas, quizá tomando impulso para meterla bien a fondo, hasta el corvejón. Era una preocupación lógica, ya que las meteduras de pata son a Feijóo lo que el mar al besugo: el elemento natural en el que se desarrolla su vida política, desde el hórreo gallego a la albufera valenciana, desde vacaciones con narcos a comentarios sobre la gente de bien y la extinción de los terroristas cristianos. Casi nos temimos que la preocupación de Bolaños estuviese justificada y que Feijóo se hubiese callado o peor aún: que hubiese reflexionado.

Afortunadamente, al poco de decir Bolaños lo de que echaba de menos las patochadas de Feijóo, el líder del PP sacó pecho, hinchó la gaita y soltó que para ser presidente del Gobierno es requisito indispensable visitar la Semana Santa de Sevilla. La tontería es de las que marcan época, longitud y latitud; de las que hay que balizar con GPS de manera que los despistados no la pisen; una tontería made in Génova tan espectacular como para hacerse un tatuaje en el brazo o imprimirla en una camiseta.

Hablando de made in, sospecho que en uno de los sótanos de Génova -un poco a la derecha del departamento de tesorería, papelería y sobres- debe de existir un laboratorio donde los investigadores de Nuevas Degeneraciones proponen, discuten e inventan las gansadas que luego Feijóo larga como si se le acabaran de ocurrir; una factoría de sandeces de corte y confección, medidas al milímetro, que, una vez elaboradas, le obligan a ensayar y ensayar, repetir y repetir con diversos acentos, hasta que le salen redondas. "Chavales, hay que hacer algo con Feijóo, que se nos está apalancando en las encuestas. Pensad una gilipollez bien gorda". "Ahora que va a Sevilla, podemos hacer que se ponga a cantar a dúo con José Manuel Soto". "A ver, tampoco hay que pasarse". "Ya está. Que diga que para ser presidente del Gobierno hay que venir a la Semana Santa de Sevilla". "Perfecto".

La hipótesis suena descabellada, sí, pero no tan descabellada como la suposición de que Mariano y Feijóo salieron así de fábrica, que llevan las alforjas repletas de payasadas y chascarrillos gracias a un don natural para cagarla a la primera de cambio. Forzosamente, en la sala de máquinas tiene que haber un equipo de guionistas especializado en esperpentos y, detrás de ellos, un demiurgo en la sombra, un mentor consciente de que hay que darle al votante lo que quiere y de que lo único que quiere el votante es reírse. Por ahí le anda Miguel Ángel Rodríguez, el ventrílocuo de Ayuso, a quien se le ocurrió el lema con el que arrasar en las elecciones autonómicas: la libertad consiste en tomarse unas cañas. Las risas que se está echando la peña mientras les atiende una enfermera o esperan cuatro meses una cita con el especialista: para mear y no echar gota.

El problema era buscarle un reemplazo a Mariano después del fiasco de Pablo Casado, quien no entendió que la política en el PP no es un juego de disfraces (hoy me pongo el de ganadero, mañana el de agricultor) sino de adoptar uno cualquiera y representarlo hasta las últimas consecuencias. Feijóo lleva la empanada puesta desde que salió al paso de sus relaciones íntimas con un célebre narcotraficante diciendo que él ni lee los periódicos ni se entera de la misa la media. Ya ha dado el primer paso hacia la Moncloa cumpliendo con el requisito imprescindible de ir a la Semana Santa sevillana: la verdad es que tampoco hace falta mucho más para ser presidente. Verán cuando gane las elecciones, nos vamos a morir de la risa.

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