Punto de Fisión

Yolanda lo vuelve a hacer

Yolanda Díaz e Irene Montero, en la concentración en apoyo de Jenni Hermoso y el resto de las jugadoras de la selección femenina de fútbol, en la madrileña Plaza del Callao. REUTERS/EFE
Yolanda Díaz e Irene Montero, en la concentración en apoyo de Jenni Hermoso y el resto de las jugadoras de la selección femenina de fútbol, en la madrileña Plaza del Callao. REUTERS/EFE

No todas las mujeres reaccionaron con la misma velocidad y el mismo tino que Irene Montero a la hora de denunciar la conducta vergonzosa de Rubiales en la celebración del Mundial de Fútbol. Por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso aprovechó para cargar contra la prensa internacional por dar alas a las protestas feministas contra el dirigente motrileño en lugar de criticar el boicot independentista a la Vuelta Ciclista a España. No hay duda, la prensa extranjera –incluyendo la BBC, The New York Times, The Guardian, The Washington Post, Le Monde, O Globo, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el Süddeutsche Zeitung, La Repubblica, La Gazzetta dello Sport— está en manos del rojerío, de los masones y de la Enésima Internacional Socialista, además de obedecer consignas impartidas desde un chalet de Galapagar.

Puesto que no le hicieron mucho caso en su empeño de marcar la agenda informativa a pedaladas, Ayuso se desmarcó con otra invectiva sobre la falta de respuesta en las calles al escándalo de las menores abusadas en Valencia y Mallorca. Ahí una vez más sus palabras dieron media vuelta y la golpearon en plena boca, porque la Comunidad de Madrid también había protagonizado una vergüenza similar en enero del pasado año y entonces la presidenta prefirió que la Asamblea no removiera la historia porque, según ella, "es casi imposible evitarlo". Menos mal que la prensa internacional no hace mucho caso a Ayuso, porque el día en que publiquen algo sobre su gestión al frente de las residencias de ancianos o de los 283.000 euros que cobró su hermano lo mismo tiene que irse cuesta abajo en bicicleta.

Aparte de su desvergüenza clínica, lo de Ayuso se entiende mejor desde la idea de que el machismo no es, por desgracia, exclusivo del género masculino. Más comprensible es la reacción de la madre de Luis Rubiales, quien lógicamente no iba a ponerse en contra de su hijo y ha emprendido una huelga de hambre para denunciar la "cacería inhumana y sangrienta" que están llevando a cabo las feministas. El sustantivo puede admitirse en clave metafórica, aunque los dos adjetivos sobran, en especial el primero: no hay nada de inhumano en protestar contra una agresión sexual evidente que luego el propio agresor intenta tergiversar de una manera infame. Por lo demás, refugiarse en una iglesia a ayunar suena bastante acorde con la conducta medieval de Rubiales, un señor que hasta hace unos días estaba prácticamente a casi un millón de euros anuales de pasar hambre.

Yolanda Díaz, en cambio, ha aprovechado muy bien el rebufo de la oleada feminista levantada contra Rubiales, aunque al principio anduvo algo lenta de reflejos y tuvo que esperar a que la bola de nieve lanzada por Montero y otras como ella rodara ya camino del alud mediático. En la manifestación masiva del lunes en Madrid estuvo sólo cinco minutos y se llevó un montón de fotos y una lluvia de alcachofas, lo suficiente para aparecer después en todas las portadas, radios y televisiones del país y capitalizar la protesta en su beneficio. Es curioso que Yolanda no hiciera alusión entonces a ese feminismo integrador que defendía durante la campaña, ni que le dedicara un segundo de su tiempo a la ministra de Igualdad, Irene Montero, quien estaba dándose un baño de gente en lugar de una ducha de cámaras.

No es la primera vez, ni la segunda, que la ministra de Trabajo ningunea a su colega, aunque todavía Irene tuvo suerte de que no pudiera vetarla también en la calle. A finales de junio, cuando le preguntaron si había vetado a la ministra de Igualdad, Yolanda Díaz respondió: "No, no es nuestro estilo vetar". Para no ser su estilo, la verdad es que el veto le queda de fábula, lo mismo que los vestidos con que la promocionan día sí y día también en la prensa de derechas. "Yolanda Díaz arrincona a Irene Montero con su ofensiva en el caso Rubiales" titulaba El Mundo la cobertura de la manifestación, sin que se supiera muy bien si intentaban hacerle un favor a la ministra de Trabajo o rematarla a besos. Al día siguiente, martes, durante una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Yolanda se quedó en blanco unos minutos después de que le hicieran una pregunta en inglés. Con lo fácil que es avisar que de inglés andas justita, lo mismo que de feminismo.

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