Punto de Fisión

A Abascal le gusta la fruta

A Abascal le gusta la fruta
A. Pérez Meca / Europa Press

A Abascal se le calentó la boca en Argentina y dijo, en referencia a Pedro Sánchez, que "habrá un momento dado en que el pueblo querrá colgarlo de los pies". La memoria histórica le jugó una mala pasada al líder de Vox, al desearle al presidente del Gobierno español un destino similar al de uno de sus ídolos, Benito Mussolini, que terminó balanceándose en la plaza de Loreto en Milán después de ser ajusticiado por unos partisanos. Indro Montanelli cuenta en sus Memorias que estaba entrevistando al general Franco en 1945 cuando alguien vino con una fotografía de Mussolini colgando cabeza abajo junto a su amante y unos cuantos colegas. Franco pidió una lupa y examinó la foto meticulosamente antes de expeler uno de esos dictámenes suyos que marcaban época: "Lo han ahorcado mal". Menos mal que era amigo suyo, que si no, vete a saber lo que hubiera dicho.

El caso es que Abascal estaba en Argentina, celebrando el triunfo de Javier Milei en las pasadas elecciones, y se identificó demasiado con el estilo barriobajero del candidato ultra al otro lado del charco. Al rey Felipe VI también se lo veía encantado de fotografiarse al lado de un energúmeno que no vacila en llamar "pelotudos", "gusanos" o "zurdos de mierda" a sus adversarios políticos, una incontinencia verbal que se entiende mucho mejor si tenemos en cuenta que Milei confesó no hace mucho que mantiene conversaciones con su perro Conan, un mastín fallecido en 2017, a través de una médium. No especificó en qué idioma habla exactamente con su perro muerto, pero seguro que no hay problemas de comunicación entre los dos. El rostro de vinagre del monarca español durante la toma de posesión de Pedro Sánchez contrasta vivamente con su expresión de alegría al lado de Milei, no sabemos si por simpatía por el más allá perruno o por afinidad ideológica.

Es lógico que Abascal se sienta autorizado a hablar en estos términos cuando desde hace bastante tiempo la ofensiva verbal lanzada contra el Gobierno ha rebasado todos los límites del decoro y de la vergüenza. Desde el hostigamiento insoportable a un vicepresidente y una ministra, incluido el acoso contra sus hijos, a los insultos de "dictador", "felón", "golpista" y "perro" lanzados a diario contra un presidente electo. Hace menos de un mes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pronunció ante las cámaras del Congreso un inequívoco "hijo de puta" referido a Pedro Sánchez y luego dijo que en realidad había dicho "me gusta la fruta", una expresión que ha triunfado entre los palmeros de la derecha y que ha resultado un perfecto detector de imbéciles.

Para intentar quitar hierro a la burrada homicida proferida por su jefe de filas, en Vox han explicado que las palabras de Abascal deben entenderse únicamente como una metáfora. Es conmovedor comprobar que la ultraderecha más retrógrada de Europa recule de inmediato en cuanto les aprietan un poco, aunque tampoco nos extraña que no tengan la menor idea de literatura. Feijóo se ha apresurado a condenar las palabras de su colega sin caer en la cuenta de que él lleva diciendo cosas parecidas desde hace meses, casi sin pensarlas. En cierto modo, Abascal es como el subconsciente de Feijóo, desatado, sin frenos, y comiendo plátanos como un loco.


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