Punto de Fisión

Magic Bolaños

El ministro Félix Bolaños en el Congreso, y el mago Magic Andreu, en una imagen de archivo.
El ministro Félix Bolaños en el Congreso, y el mago Magic Andreu, en una imagen de archivo.

Cuando el joven Onetti escribió su primera novela, El pozo, Italo Konstantini, alias Kostia, le hizo llegar el manuscrito a Roberto Arlt, el genial novelista que había puesto patas arriba el tinglado literario argentino. Arlt leyó el libro y preguntó a Kostia: "Decime, ¿yo publiqué novela este año?" "Ninguna. Anunciaste, pero no pasó nada". "Entonces, si estás seguro que no publiqué nada, lo que acabo de leer es la mejor novela que se escribió en Buenos Aires este año. Tenemos que publicarla".

Mientras Oscar Wilde advertía que la modestia puede degenerar fácilmente en una forma de vanidad, Álvaro de Laiglesia aseguraba que la modestia es la virtud de quienes no tienen otra. Por eso Félix Bolaños, al presentar el jueves la ley de amnistía después del pacto con Junts, se sentía tan orgulloso del trabajo realizado que acabó felicitándose a sí mismo. No le hacía falta ser un ministro argentino para proclamar que la suya es, con toda seguridad, la mejor ley de amnistía promulgada en España en los últimos tiempos.

Pese a todo, la rueda de prensa de Bolaños resultó bastante pobre y deslucida, sin más aparato que un coro de fotógrafos y una maceta. El ministro pecó de sobriedad cuando bien podría haber preparado un espectáculo de magia multitudinario, al estilo de David Copperfield, un auténtico número de ilusionismo con frac, chistera, redobles de tambor y una ayudante dispuesta a ser cortada en varios trozos con un serrucho y luego reconstruida milagrosamente sin perder un brazo o una pierna, igual que España después de haber recuperado a Catalunya.

Hablando de amnistía y de Catalunya, a medida que avanzaba en su discurso de autobombo, Bolaños recordaba más y más al Màgic Andreu, el mago y humorista catalán, experto en juegos de cartas, que se iba poniendo medallas según avanzaba la dificultad de la rutina. Andreu solía utilizar una chaqueta con las mangas cortadas -para probar que no guardaba ningún as en la manga- y en una de sus actuaciones, tras forrarse la pechera de medallas, se colgó una tan gorda que le tapaba todas las demás y parte de la cintura.

Bolaños salió a presentar la nueva ley de amnistía con chaqueta azul, camisa blanca y corbata roja, el terno habitual del PSOE en sus momentos históricos, aunque lo mismo podía haber salido con una varita mágica, capirote de estrellas y túnica de lentejuelas. La enmienda que se debatió en la Comisión de Justicia del Congreso traía la firma del PSOE, Sumar, Junts, ERC, PNV y EH Bildu, pero no la de Podemos, más que nada por no molestarlos. A fin de cuentas, saben que el próximo jueves votarán a favor, ya que la ley de amnistía, por desmañada que sea, no es más que un test de Rorschach para detectar fachas.

En efecto, entre las manchas del test de Rorschach presentado este jueves en la Comisión de Justicia hay una lámina donde aparece el ectoplasma de Puigdemont con su mata de pelo a la fuga. Todo apunta a que el ex presidente de la Generalitat volverá a España en julio, aunque vete a saber si no hará falta que lo haga oculto en el maletero de un coche. Frente a la magia blanca de la política está la magia negra de los jueces, que visten de luto por algo. Por lo demás, corregir un error con otro error no es que sea precisamente un acierto, pero se entiende que Bolaños esté pletórico por haber devuelto al país siete años atrás, al momento en que Puigdemont declaró la independencia de Catalunya para suspenderla casi en el acto. Pura magia.

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