Punto de Fisión

Horario de madrugada

Un camarero recoge la terraza de un bar en el centro de Madrid. AFP/Juan Carlos Lucas/NurPhoto
Un camarero recoge la terraza de un bar en el centro de Madrid. AFP/Juan Carlos Lucas/NurPhoto

Desde los tiempos del landismo, uno de los puntos fuertes del folklore español es cenar a las doce de la noche, particularidad gastronómica que señalaba un personaje de Tarantino en una película. Del landismo a Tarantino, para que se hagan ustedes una idea de lo lejos que llegó un lema de Fraga. En España en general y en Madrid en particular triunfa una especie de vampirismo paleto, una modalidad de ocio nocturno que es la envidia del mundo civilizado. A esa hora la mayoría de la gente duerme, pero Madrid sigue siendo una Babilonia insomne, con sus restaurantes abiertos, sus discotecas de par en par y sus volquetes de putas.

Al igual que Unamuno disputando consigo mismo (primero europeizando España y luego españolizando Europa), la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, han protagonizado un enfrentamiento verbal que contrasta ambas formas de disfrutar la noche. El modelo europeísta, triste, aburrido, sin alma y sin luz, según Ayuso, y el modelo ayusista, hecho de libertad, cañas, fuegos artificiales, petardos de feria y ambulatorios custodiados por una enfermera o, en su defecto, por un bedel con mucha mano derecha.

En el PP son muy cristianos hasta que llega la hora de corregirle la plana a Cristo, y por eso Esperanza Aguirre decretó la libertad de horarios allá por los noventa, olvidando que hasta Dios descansó el séptimo día. Lo sé porque, por aquel entonces, yo curraba en una institución penitenciaria con ínfulas de librería que abrió por primera vez un uno de enero para que la gente, ansiosa de sabiduría y letra impresa, pudiera entrar en masa a gastar dinero, pasándose los preceptos religiosos por la billetera. Los derechos laborales ya se los pasaron hace tiempo.

Unos años después, Ayuso trabajaba también a horario completo llevando la cuenta de Pecas, el perrito de Aguirre, que ladraba a cualquier hora y al que había que sacar a cagar a las redes sociales. No se sabe quién será el tipo que ayer mismo, desde la cuenta oficial del PP en Twitter, lanzó un mensaje a la una de la madrugada avisando a los corruptos del PSOE que, según Yolanda Díaz, ya es tiempo de salir de las marisquerías y dirigirse a sus prostíbulos de confianza no sin antes saludar al portero, que a lo mejor llega a consejero de RENFE. Es un ejemplo del peligro que tiene trabajar a la hora en que las meninges deberían estar descansando. Quién sabe, a lo mejor fue otra vez el perro.

En Madrid, gracias al modelo neoliberal propuesto por Ayuso, el estatuto de los trabajadores es la receta del pollo al chilindrón, y los derechos laborales una carta de cócteles. La libertad de horarios significa que hay gente que tiene que trabajar hasta las tres o las cuatro de la mañana sólo para que un piernas pueda bajar a tomar un anís y jugar un rato a las tragaperras hasta que le entre el sueño. Eso le pasa a la gente por ser pobre, que ya son ganas. Si tuviese algo de fe y una hermana presidenta o un amigo ministro, podría montar una empresa para comprar mascarillas. Lo bueno de los pobres, además, es que de ellos es el reino de los cielos.

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