Punto de Fisión

El PP ante su espejo

 

El portavoz del PP, Borja Sémper, en una rueda de prensa en la sede del partido, en la madrileña calle de Génova. EUROPA PRESS/Diego Radamés
El portavoz del PP, Borja Sémper, en una rueda de prensa en la sede del partido, en la madrileña calle de Génova. EUROPA PRESS/Diego Radamés

Alguien con dos dedos de frente debería advertir al PP del peligro que implican esas campañas que ponen en marcha con total desparpajo, como si acabaran de inventar la rueda. Tienen un laboratorio de ideas que parece montado en la trastienda de un puticlub. Hace unos años, en 2007, no se les ocurrió otra cosa que lanzar un eslogan para Telemadrid que decía "Espejo de lo que somos", sin caer en la cuenta de que les habían colado un juego de palabras que fue la risión absoluta del momento: "Espe jode lo que somos". Al menos desde La cenicienta, los espejos tienen mucho peligro y mucha mala leche.

No contentos con semejante revolcón, han vuelto a recurrir a un espejo -esta vez uno de verdad, emplazado en un camión- con el que pretenden recorrer Barcelona para que el votante catalán se asome a echar un vistazo y en lugar de su reflejo, encuentren el de Puigdemont. Se trata de una magnífica idea de bombero que no sólo va a revolucionar el marketing electoral sino también el reglamento de tráfico de vehículos. No saben ya cómo azuzar a ese sector de la ciudadanía que está más que harto del procés y que había decidido guardarse la papeleta en casa. Probablemente no acaban de entender que poner al enemigo en primera plana y recorrer las calles de Barcelona con su jeta puede resultar contraproducente.

El PP y el espejo son términos que deberían permanecer lo más lejos posible, sobre todo en mitad de unos procesos judiciales en los que ahora mismo están batiendo sus propias marcas de corrupción. En el espejo podría aparecer Rodrigo Rato, el milagro económico de Aznar, sentado en el banquillo y chuleando ante la fiscalía mientras intenta explicar el origen de su fortuna y un agujero de más de ocho millones de euros en sus cuentas con Hacienda. Al lado podría aparecer también Zaplana, rebosante de mala salud, sin enterarse de la comisión que le endosaron en Luxemburgo por el amaño en los contratos de adjudicación de las ITV. Por no hablar de las últimas noticias en la investigación sobre el escándalo de las mascarillas protagonizado por el novio de Ayuso, que incluye una comisión de dos millones sin aclarar. En España los espejos es que atrasan una barbaridad.

Se mire por donde se mire, el espejo le devuelve al PP el reflejo de una mierda gorda y hedionda como una plaza de toros. Feijóo tiene que afeitarse de oído, porque en el baño siempre aparecerá detrás el rostro de un narcotraficante convicto y confeso. Hasta su antecesor en el cargo, Pablo Casado, publicó una foto en la que se le veía duplicado en un lavabo, apretando los puños e intentando luchar contra el estreñimiento. Sin embargo, aparte del espejo catalán, van a utilizar otro en Euskadi para que el votante tradicional del PNV se vea reflejado en Yolanda Díaz. Es difícil sustraerse a la sospecha de que esta doble campaña reflectante del PP haya sido ideada a medias entre Pello Otxandiano y Gabriel Rufián.

Anunciando a bombo y platillo semejante majadería, ha comparecido ante los medios Borja Sémper, poeta oficial de la formación, un hombre que no tuvo el menor reparo de proclamar la cercanía ideológica de Pedro Sánchez al entorno de Hamás. Después de la campaña de Verano Azul, con las sombrillas de pega, el mar de plástico y la playa de hormigón, Sémper presenta la espléndida sandez del Black Mirror con la esperanza de darse una hostia aun más grande que en las pasadas elecciones. Al gran éxito de "que te vote Txapote" le sucede el "por siete votos tienes el culo roto", voceado también contra Pedro Sánchez en un hospital de Oviedo y coreado por toda la prensa cavernícola del país. En el PP es que llevan la poesía en la próstata. No paran de pensar.

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