Del consejo editorial

Teorías y prácticas

FRANCISCO BALAGUER CALLEJÓN

El PP ha presentado públicamente un código de buenas prácticas con el que pretende "establecer con precisión unas pautas de conducta a las que deben ajustarse los cargos públicos, responsables políticos y profesionales con funciones ejecutivas en la organización". Puede resultar chocante que el partido que se ha visto afectado por los escándalos más graves de corrupción en los últimos tiempos sea precisamente el que se dota de un instrumento interno definido como "compromiso de autoexigencia" para evitar situaciones de este tipo. Sin embargo, es plenamente coherente con el espíritu de nuestra época: no tenemos más que pensar que los poderes públicos han dado grandes cantidades de dinero a las instituciones financieras que provocaron la crisis económica para que la resuelvan. Con ese mismo planteamiento, no se puede dudar de que el PP es el partido más indicado en la actualidad (como lo hubiera sido hace algunos años el PSOE) para hacer un código de buenas prácticas.

El código establece claramente, en el apartado 7 de su carta de compromisos, "la prohibición de aceptar cualesquiera regalos, atenciones o liberalidades que no respondan, por su importe o causa, a los usos y costumbres sociales". Incluye también en el apartado 5 de esa carta "el compromiso de actuar públicamente de acuerdo con los principios de integridad, responsabilidad, transparencia, ejemplaridad y honradez". Teniendo en cuenta igualmente la reciente experiencia del caso Gürtel, el código incorpora unas reglas de contratación interna del partido indicando, entre otras cosas, que "las empresas proveedoras serán informadas de que no podrán realizar atenciones a favor de miembros del partido, advirtiéndolas de que quedarían excluidas de la contratación si contravinieran esta prohibición".

La lectura del código nos evidencia que el PP ha identificado claramente los problemas y es consciente de la entidad de las corruptelas que se han generado dentro de ese partido con la trama Gürtel. El código es, desde esa perspectiva, una muestra de autocrítica en la que se reconoce que determinados comportamientos no son aceptables en la vida pública y deben dar lugar a una actuación contundente por parte de los partidos para depurar las responsabilidades políticas a que hubiere lugar. En otros términos: el PP parece haber adquirido conciencia de las malas prácticas que se han producido por parte de algunos dirigentes de ese partido y que deberían ser corregidas al resultar absolutamente reprobables.

Pero el código es, de momento, un repertorio de buenas teorías destinadas a limpiar la imagen pública del PP. Ahora bien, una vez elaborado y publicado, será también el espejo en el que el PP deberá mirarse para reconocerse como un partido limpio regido por buenas prácticas. Un espejo que seguirá ofreciendo una mala imagen a la sociedad mientras persista la radical incompatibilidad entre las normas de ese código y las conductas de algunos de sus responsables políticos, que siguen ejerciendo, pese a ello, funciones públicas.

Francisco Balaguer Callejón es catedrático de Derecho Constitucional

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