Del consejo editorial

¿Cómo se 'descuelga' un Parlamento?

LUIS MATÍAS LÓPEZ

Periodista

Los británicos están en su derecho de apostar por el bipartidismo pero, sin garantizar con ello la formación de un Gobierno fuerte, no aprovecharon el jueves la oportunidad de reparar la injusticia de que unos escaños valgan 25.000 votos y otros 100.000. La emergencia de Nick Clegg supuso un renovador soplo de aire fresco, pero el globo se desinfló: aunque aumenta algo su apoyo popular, ni siquiera conserva todos sus diputados.

Pese a todo, los liberaldemócratas tienen un papel clave. Por primera vez en 36 años, habrá un Parlamento colgado, sin mayoría absoluta de un partido. Justo la situación en la que los escaños de Clegg multiplican el valor que les negó una fórmula injusta, que hace que el candidato en cabeza en cada circunscripción gane el escaño, y que los demás votos se pierdan en el limbo.
Cameron canta victoria, pero sólo un acuerdo con Clegg (de coalición o de apoyo externo), le permitiría formar un Gobierno estable. Tras escucharles en los debates, y al comparar sus programas, tal pacto se diría imposible. No coinciden ni sobre la ampliación de la UE y el euro, ni en inmigración, ni en la actitud ante EEUU, Afganistán o el armamento nuclear, ni en la necesidad de reformar el sistema electoral o cómo afrontar una crisis económica casi tan grave como la de España.
Sin embargo, en política el pragmatismo es ley, sobre todo en situaciones complicadas, y las cosas pueden verse de distinto color el día anterior y el siguiente a unas elecciones. Cameron tiende la mano y Clegg no la rechaza. Si sus intereses no confluyen, el líder conservador exploraría otras salidas, como una alianza con los unionistas del Ulster, pero no bastaría para lograr la mayoría absoluta. También estaría lejos en caso de alianza entre liberaldemócratas y laboristas, cuya derrota no parece tan amarga tras evitar la humillación de quedar terceros.
La pelota está en juego, pero conviene recordar lo ocurrido tras los comicios de febrero de 1974, de los que también emanó un Parlamento colgado. Cuatro escaños separaron a laboristas y conservadores. Los tories no aceptaron la eterna reivindicación liberaldemócrata: reforma electoral para que prime la proporcionalidad, un objetivo que hoy ya no se antoja tan imposible. Así que, en octubre, los británicos volvieron a las urnas. Y los Comunes se descolgaron. Como quiere el bipartidismo.

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