Del consejo editorial

'Car sharing'

CARME MIRALLES-GUASCH

Profesora de Geografía Urbana

Hace unas semanas en Bilbao empezó a funcionar el coche compartido. Unos meses antes se inauguró en Madrid y hace más de diez años que se encuentra en Barcelona y su área metropolitana. Otras ciudades españolas lo están implantando o piensan hacerlo en un futuro más o menos próximo. Su presencia en los distintos sistemas de transporte urbano español, a diferencia de otros países, ha sido lenta, pero parece que el sentido común, la racionalidad económica y la preocupación por el medio ambiente va ganado terreno entre los usuarios. Se trata de pagar por utilizar el tiempo de desplazamiento en automóvil y no el precio de tenerlo.

No todos los desplazamientos por la ciudad requieren un mismo medio de transporte. La distancia, el recorrido, el motivo o la hora del día o de la noche que concurren en un movimiento demandan distintos medios de locomoción. De hecho, una ciudad con un buen sistema de transporte urbano es aquella que permite un uso multimodal de estos por parte de los ciudadanos en sus distintas idas y venidas cotidianas. Y también que se pueda resolver un viaje utilizando distintos modos de transporte, siempre que los horarios estén coordinados y los lugares de enlace bien resueltos.
El coche compartido, como nueva oferta de transporte urbano, forma parte de esta filosofía de movilidad en la que no hace falta ser propietario de un vehículo para utilizarlo cuando haga falta, ni tampoco usarlo en todos los desplazamientos. Un medio integrado en un sistema de usos complementarios, a pie, en bici o en transporte público o privado.
El sistema se invento en Ámsterdam a finales de los setenta y Suiza lo perfeccionó a finales de los ochenta como una oferta de transporte privado donde el objetivo no es la propiedad del automóvil sino su uso en relación a otros medios, por lo que estos se encuentran en las estaciones de tren y en los centros de las ciudades. En estos momentos, el sistema está implantado en unos 15 países. Y sólo en Europa funciona en más de 500 ciudades.
Un automóvil no profesional está aparcado el 95% de su vida útil. El coche compartido trata, pues, de racionalizar el uso de un medio de transporte abaratando el coste del viaje y haciéndolo participe del sistema de transporte urbano, donde las personas puedan utilizar la locomoción más adecuada a sus necesidades de viaje cotidiano.

Más Noticias